El Congreso tendría en sus manos los antejuicios. Foto La Hora/Congreso

Si alguna duda podía existir sobre el modelo político que impera en Guatemala bastó la oscura aprobación del presupuesto general de la Nación para disiparla. Estamos viviendo bajo el régimen de la más absoluta y descarada cleptocracia donde todo gira alrededor del negocio, del enriquecimiento ilícito y, con la mayor desfachatez, se procede sin recato porque ya se midió lo suficiente la actitud de los ciudadanos que agachan la cabeza y terminan aceptando, sin chistar, hasta los más burdos y descarados actos de prepotencia en el acomodo de las condiciones para facilitar el saqueo y asegurar la impunidad a quienes se encargan de cometerlo.

La cleptocracia es la institucionalización de la corrupción y el ejercicio del poder por los ladrones. Simplemente tenemos que ver el rumbo que lleva el país para darnos cuenta que estamos bajo esas condiciones desde hace años y que las elecciones, lejos de ser un instrumento democrático para que el pueblo elija a sus autoridades, se convierte en una payasada para permitir que los verdaderos dueños del país, mediante financiamientos electorales más inmorales que ilícitos, vayan colocando a una sucesión de ladrones en los puestos de elección popular para garantizar la continuidad de un modelo que les resulta muy rentable.

No es casualidad que se descuiden temas como el de la desnutrición ni el combate a la pobreza, no digamos la verdadera generación de oportunidades para que los guatemaltecos puedan encontrar en su terruño esa ventana que, cuando la encuentran en Estados Unidos, permite que con trabajo, esfuerzo y dedicación mejoren calidad de vida ellos y sus familias.

El Presupuesto es el más deficitario de la historia y el más alto. Pero el problema mayor está en la orientación del gasto y del resultado de ese endeudamiento porque todo irá a parar a manos de políticos, sindicalistas y contratistas corruptos que se reparten gustosos las mieles del poder de la cleptocracia.

Un Congreso que para conocer asuntos de interés nacional nunca llega a mantener el quórum necesario, se pasó toda la noche y la madrugada trabajando intensamente hasta lograr la aprobación, de urgencia nacional, de un presupuesto cuyo real contenido nunca fue objeto de discusión ni de difusión pública.

Los presupuestos que pactaban Baldizón y Sinibaldi, los que hacían bajo las instrucciones de Sandra Torres y los últimos mamarrachos de Jimmy Morales se quedan todos chicos en comparación con lo que ahora ha pasado. Hay indignación en las redes sociales, sí, pero la misma está calculada y saben que desaparecerá como Trump creía que desaparecería el virus. El tiempo dirá si tenían razón.

Redacción La Hora

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