Nuestra política siempre ha sido más de destruir a los adversarios que de enfrentarlos con hidalguía y eso no va a cambiar en este proceso electoral que estamos iniciando en el que el esfuerzo nuevamente será más por dar codazos y poner zancadillas que por presentar a la ciudadanía verdaderas propuestas que se enfoquen en resolver los más serios problemas del país. Durante años nos hemos ido acostumbrando a las campañas negras y a la ausencia de planes serios, lo que convierte a las elecciones en un ejercicio que poco tiene en realidad de democrático porque finalmente no se genera ningún mandato y el pueblo vota, pero no está delegando su soberanía en el buen sentido del concepto.

En buena medida ello es consecuencia de que no tenemos partidos políticos dignos de tal nombre sino apenas grupitos electoreros que se forman alrededor de algún caudillito que busca el poder. Ideas, valores y principios no tienen cabida en nuestro juego electoral no sólo porque los políticos no se interesan en esas cosas, sino también, y esto es muy importante, porque al elector le valen gorro esas características que debiera tener cualquier propuesta.

A menos de dos semanas de que se abra el fuego de la campaña electoral, lo que vemos es una enorme cantidad de aspirantes de cuyas intenciones no tenemos ni la menor idea, pero sí la certeza de que la inmensa mayoría lo que significa es más de lo mismo y lo nuevo, gracias al ejemplo de Jimmy Morales, genera más desconfianzas por aquello de que ni idea de qué quieren o qué proponen.

Esperar que en tres meses de campaña se aclare el panorama sería pecar de incautos porque ya sabemos que a lo más que llegarán algunos es a tener una cancioncita pegajosa para fijar en la mente de electorado un nombre que, en el fondo, no dice absolutamente nada porque quien llega a la Guayaba hace lo que se le viene en gana sin el menor sentido de compromiso más que con sus financistas que son los que, finalmente, ponen a los gobernantes en este nuestro podrido sistema electoral.

Si antes de las redes sociales las campañas negras eran devastadoras, imaginemos cómo será ésta en la que cualquiera usará una cuenta falsa para lanzar improperios a diestra y siniestra, en el entendido de que mientras más groseros más demoledores útiles para ese tipo de campaña que acostumbramos en nuestro medio. Esperar propuesta seria y hasta exigirla es de cándidos porque el patrón ya está determinado.

 

Redacción La Hora

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