Cuando Jimmy Morales nombró como Fiscal General a Consuelo Porras sabía que de esa forma estaba construyendo su propio “Hogar Seguro” para impedir que cualquiera de los numerosos casos que podrían investigarse en su contra, no solo por corrupción, permanecieran debidamente engavetados. La inmunidad que tuvo como Presidente y que prolongó cuando en descarada carrera se fue a juramentar al Parlacén, terminó cuando dejó ese cargo pero de la misma manera en que nunca entregó el pasaporte diplomático que tenía por esa posición según se ha reportado, todo demuestra que tampoco perdió la protección legal de que gozaba.
En efecto, el 12 de agosto de este año, el Tribunal Séptimo de Sentencia, presidido por la jueza Ingrid Cifuentes, ordenó al Ministerio Público que abriera una investigación en contra del expresidente luego de haber conocido testimonios que lo señalan con algún grado de responsabilidad de lo acontecido en ese tristemente célebre caso de Hogar Seguro, mismo que terminó siendo la tumba de 41 niñas. Según los testimonios los agentes de la Policía Nacional Civil que impidieron que ellas, junto a otras 15 que sufrieron serias heridas salieran del lugar obedeciendo una orden expresa y tajante que el mismo Jimmy Morales dio al oficial que estaba a cargo de la operación. Para esclarecer eso es que el avance de la investigación es necesario.
Por la hora en que ocurrieron los hechos y las conocidas costumbres, es necesario establecer que todos en la línea de mando tomaron decisiones con plena sensatez porque eso de dirigir los destinos de un país no es poca cosa. Los que conocen cómo opera el poder, saben explotar gustos y debilidades de los de turno. Y por ello, cuando le indicaron que ya habían sido recluidas nuevamente las menores y que la PNC se retiraría del lugar, expresamente ordenó que no se movieran y que no fueran a dejar salir a nadie, según los testimonios que han sido citados públicamente.
Los integrantes del tribunal que ordenó al MP de Consuelo Porras investigar al expresidente no contaron con su astucia, como hubiera dicho el Chapulín Colorado, puesto que supusieron que bastaba con girar la tajante instrucción para que los fiscales se pusieran las pilas para emprender una seria y profunda investigación de algo que se comentó desde que ocurrió aquella tragedia, es decir, la posibilidad que se dieron órdenes por las que habría que responder.
Es una realidad indiscutible, corroborada por miles de circunstancias, que el nombramiento de Consuelo Porras llevaba implícito el compromiso de dejar seguro en su hogar al comediante, tanto así que cuando se venció su período el sucesor y su pareja, el mero mandamás, decidieron nombrarla nuevamente a cambio de los mismos favores.
