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El sistema de justicia de Guatemala está muy manchado y eso lo sabemos todos los guatemaltecos y también la comunidad internacional que cuestiona la forma en que se administran los diferentes casos penales, tanto en cuanto a la promoción de la más absoluta impunidad para ciertas gentes, mientras vemos la persecución criminal fuerte y firme contra aquellos que tienen la osadía de denunciar los vicios existentes. Pero en medio de toda esa reconocida podredumbre no hay mancha más visible que la que significa el juez Fredy Orellana a quien hasta la misma Corte de Constitucionalidad (CC) le hizo ver lo que es el delito de prevaricato, que se refiere a la acción de un funcionario judicial que, a sabiendas emite una resolución, dictamen o sentencia manifiestamente contraria a la ley.

El caso Semilla ha sido el meollo de la actividad del juez Orellana. Creemos que en Guatemala no hay partido político que haya sido inscrito sin tener firmas falsas, no sólo por la facilidad para implantarlas sino por las características especiales de los requisitos que se tienen que llenar para la inscripción de esas entidades de derecho público. Durante muchos años se exigieron miles de firmas con la intención de evitar la inscripción de otros partidos a los tradicionales que en los años setenta tenían la exclusiva patente para nominar candidatos, exigencia que luego se redujo pero la costumbre de introducir firmas falsas permaneció. En otras palabras, el caso Semilla debe investigarse como debe hacerse con el de VAMOS y otros que han podido incurrir en esas prácticas.

El Ministerio Público ha tenido denuncias de firmas falsas en prácticamente todos los partidos existentes, pero no ha movido un dedo para investigar los hechos, salvo cuando vieron en ello la oportunidad de dar un golpe a la institucionalidad mediante el famoso caso Semilla que armaron para evitar que Arévalo tomara posesión como Presidente. Todo ello fue hecho por Orellana quien no es simplemente alguien más de la rosca de Porras y Pineda, sino un juez al que le tienen algo muy gordo agarrado y lo obligan a que baile, literalmente, al son que ellos tocan.

Jueces que se pasan la ley por el arco del triunfo hay muchos, como hay también magistrados de Salas y de la misma Corte Suprema de Justicia. Pero una mancha como la que significa Orellana es exagerada y tarde o temprano lo van a sacrificar porque se pasó de la raya. Repetimos que la resolución de la CC es histórica en cuanto a evidenciar la prevaricación en que incurrió Orellana y no quedará otro remedio que hacerlo a un lado, sobre todo ahora que deja de ser el instrumento útil que ha sido para Porras y su gente. Orellana debe dejar de ser juez, sabiendo que su sola destitución no resolverá el gran problema que tiene Guatemala con su justicia y esta es una tarea de todos.

Si se investigan seriamente las prácticas de “afiliación” de nuestros partidos políticos no quedaría santo parado, pero ya sabemos que el MP no moverá un dedo contra entidades como Vamos, Todos y otros por el estilo pues son la vanguardia de la cooptación de nuestra justicia.

Redacción La Hora

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