Formalmente, el primero de noviembre de cada año es el Día de los Santos, mientras que el 2 se celebra mundialmente el día de difuntos, pero la tradición guatemalteca combina la comida del fiambre con el recuerdo de nuestros muertos y no por casualidad el diccionario de la Lengua Española define la palabra fiambre como el plato nacional guatemalteco que se come frío, hecho con toda clase de carnes, encurtidos y conservas y que se come tradicionalmente el día de Todos los Santos, pero también explica que la palabra fiambre se aplica al muerto, el cadáver o difunto.
Es una de las más hermosas tradiciones que hay en nuestro país, aunque la modernidad está haciendo que el Fiambre ya no sea tan común como fue antaño cuando las mujeres de las familias se juntaban durante días para prepararlo para que todos los parientes se reunieran en la celebración que giraba alrededor de ese suculento y especial platillo.
Especialmente, entre la gente más joven, el fiambre dejó de tener la importancia que tuvo para nuestros padres y abuelos, quienes no podían pensar en el Día de los Santos, cuando acá en Guatemala recordamos a todos nuestros difuntos, sin asociarlo con esa ancestral tradición.
Fiambre ha habido siempre para todos los gustos y no hay una receta “oficial” respecto a la forma en que se prepara ni a los ingredientes que se tienen que utilizar; cada madre y cada abuela lo hacía con su propio sello personal que se fue heredando de generación en generación y hoy en día hay empresas dedicadas a la venta de comida que en esta fecha lo producen con diferente calidad, pero siempre con respeto a esas tradiciones.
Hoy también es día de barriletes, porque el inicio de noviembre es también el principio de los días ventosos que permiten a esas maravillas elevarse y juguetear en las alturas sujetados por una pita o lazo, dependiendo del tamaño del objeto. Es por ello que este uno, es de los días más tradicionales que hay en nuestro país y debiéramos hacer esfuerzos para evitar que se pierdan esas costumbres que han servido para unir a las familias de una forma que no es común en los otros días del año.
Guatemala tiene enormes y muy bonitas costumbres, muchas de las cuales han empezado a desaparecer con el ritmo que va tomando la vida moderna en la que, por ejemplo, no queda mucho tiempo a las amas de casa para dedicar días enteros a preparar un platillo así puesto que además de cuidar a sus hijos el trabajo cotidiano consume mucho tiempo. Pero allí donde se pueda, donde quede ese sabor familiar antiguo, cariñoso y respetuoso, debe cuidarse algo que ha marcado a millares de familias guatemaltecas.








