Sistema Penitenciario
Imagen de los rostros de los 20 reos que se fugaron del Centro de Detención Fraijanes II. Foto La Hora: Diseño de Francisco Roberto Altán
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Conforme van pasando los días empiezan a trascender detalles de la fuga masiva de miembros de la Mara del Barrio 18 y tal y como informamos desde ayer, resulta que las cámaras del Centro de Detención para Hombres Fraijanes II estaban “volteadas hacia arriba” por lo que no hay ningún video sobre la forma en que fueron saliendo los privados de libertad. Obviamente esa fuga fue algo muy bien planificado, no solo por la forma en que desviaron las cámaras, sino hay que establecer cómo y cuándo fueron trasladados a ese centro de detención los fugados, así como quién o quiénes ordenaron los traslados, si es que los hubo.

Conforme se vaya investigando con seriedad lo ocurrido sin duda que tendremos muchas sorpresas tanto en lo relacionado con la seguridad de los centros de detención como, en general, en cuanto a la influencia que tienen las mafias que pueden operar con la más absoluta tranquilidad al saber que tiene, han tenido y ya no deben tener protectores en altos puestos. Y ello nos lleva a la conclusión de que no son las cámaras lo único que estaba patas arriba sino confirmaremos que es todo el sistema el que ha sido puesto en esa posición por los grupos que operan en diferentes instancias de las instituciones.

Hablamos de la forma en que ha sido permeado el Estado a lo largo de varios años para garantizar que el Ejecutivo, el Congreso y el Sistema de Justicia, lejos de estar al servicio de la ciudadanía, promoviendo el bienestar de la gente y el desarrollo humano en el país, se convirtieron en piezas decisiva para alentar el robo despiadado de los recursos públicos. Voltear las cámaras hacia arriba no puede haber sido cosa fácil porque se sabe que eran varias las colocadas para vigilar a los privados de detención, pero con un sistema destruido como el nuestro todo es fácil, todo se puede hacer y, lo peor de todo, hay muy pocas consecuencias.

Es por ello que insistimos en el papel que tenemos que jugar los ciudadanos para empezar la larga y dura lucha contra esos grupos de poder que operan por todos lados y que se benefician al hacer alianzas con operadores corruptos y, sobre todo, con integrantes de las diversas manifestaciones del crimen organizado. Si las pandillas pueden lograr lo que hicieron, imaginemos cuánto más puede realizar con absoluta tranquilidad el otro grupo señalado como terrorista por Estados Unidos, es decir el narcotráfico.

Y todo por los cimientos que colocaron los pícaros que han usado desde hace décadas al Estado para enriquecerse, a lo mejor sin imaginar que no serían ellos los únicos beneficiarios, sino también esas expresiones de organización criminal, lo que refuerza nuestro llamado a que los ciudadanos reaccionemos para cambiar la hoja de ruta.

Redacción La Hora

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