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La paralización de los trabajos de remodelación del Estadio Doroteo Guamuch Flores por la imposibilidad que tiene el contratista para cumplir con las condiciones del contrato en cuanto al tipo de engramillado y de material para la pista de atletismo, viene a sumarse a la enorme lista de negociaciones que hacen instituciones públicas y que no se traducen en obras eficientes. Tal y como lo publicamos de manera detallada el día de hoy, la empresa que obtuvo el contrato para realizar dicha obra ofreció un tipo específico de grama y de material para la pista, pero resulta que al no tener ellos derecho a importación de esos materiales tienen que comprarlos al representante en Guatemala de la firma que los produce.

Y como ocurre con cualquier negociación de ese tipo, se firmó un contrato entre los representantes locales y el contratista que ganó la licitación garantizando la utilización de la grama y material para la pista y para ello debe cumplir con las condiciones que se pactaron mediante documento legal, con los proveedores. Resulta que debía hacer varios pagos para lograr que fuera despachado el material, pero no cumplió y ahora resulta que la instalación deportiva se encuentra literalmente en abandono porque se paralizaron los trabajos.

Eso nos demuestra cómo los negocios con el Estado son tan vulnerables por la vigencia de una ley que está hecha, no para garantizar transparencia y buen uso de los recursos públicos sino para facilitar las marufias. Situaciones como ésta se repiten a lo largo y ancho de todas las instituciones públicas porque los llamados requisitos que tienen que cumplir los proveedores o contratistas no son más que eso, es decir puros “requisitos” puestos en el papel pero que a la hora de la verdad salen sobrando porque los funcionarios y sus proveedores o constructores ya saben cómo operar. Si no, basta ver la fallida licitación de las radiopatrullas, puesto que se la ganó una entidad que no tiene la representación de la marca Isuzu.

Teóricamente, se garantizó plena y absolutamente la colocación de un tipo de gramilla y de cubierta para la pista de atletismo, con un material que es reconocido mundialmente por su calidad, pero resulta que el “ganador” de la licitación ni siquiera sabía que los proveedores tienen representante en Guatemala y que para obtener el producto tienen que pagar la totalidad de su valor. Además de ello, ahora explican que para proteger su prestigio y ese reconocimiento mundial, ellos supervisan la forma en que se hacen los trabajos porque cuidan mucho su marca.

El peloteo actual entre autoridades de la Confederación Deportiva, de los contratistas que fueron seleccionados y los proveedores de grama y material para la pista, viene a evidenciar cuán pobre es nuestro sistema de compras y contrataciones.

Redacción La Hora

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