En el mundo entero se ha venido generando una enorme polarización provocada por personas que viven bajo aquella vieja teoría de “divide y vencerás” y las diferencias que antes eran naturales y comprensibles, ahora son vistas como expresiones de odio y fanatismo que terminan generando hechos de violencia. Ayer fue asesinado en Estados Unidos Charlie Kirk, un joven dirigente político que floreció en medio de su sólido respaldo a Donald Trump desde que fue candidato presidencial para su primer período y tanto en ese país como en el mundo se puede palpar la preocupación por la forma en que la violencia se ha ido propagando.
La humanidad no está hecha para vivir bajo un pensamiento uniforme y por eso entre los grandes avances de la civilización está la garantía y el respeto a la libertad de expresión que significa el contraste de ideas, de opiniones y puntos de vista; en casi todas las sociedades se han vivido épocas en las que el fanatismo se impone, descalificando las ideas de quienes no piensan cómo los que tienen más poder y ello genera no solo dictaduras sino violencia criminal contra los que no se enmarcan en el modelo impuesto.
Estados Unidos no ha escapado a la violencia política, que puede tener causas distintas a las diferencias de opinión, pero que se vuelve más grave cuando es resultado de la intolerancia. En este siglo hemos visto, solo en Estados Unidos, actos violentos como el ataque terrorista ocurrido hoy hace 24 años contra las Torres Gemelas en Nueva York, pero solo en el último año se dio el asesinato de una congresista de Minnesota y su esposo, el ataque contra el gobernador de Pennsylvania en el que quemaron su vivienda, el intento de asesinato contra Donald Trump y el ataque contra Nancy Pelosi en el que su esposo resultó con fractura craneal. No se puede dejar de mencionar, desde luego, el violento y mortal ataque al Capitolio hace cuatro años y que fue otra muestra de la actitud intolerante de políticos que quieren imponer su voluntad, aunque sea mediante el uso de la fuerza.
Obviamente es urgente hacer una pausa para reflexionar qué ha ocurrido con el país que fue modelo de tolerancia y madurez para las diferentes ideas y expresiones políticas, prevaleciendo la primera enmienda de la Constitución sobre el derecho a la libre expresión (Freedom of Speech) y que fue ejemplo para el mundo entero. Esa tradición cambió por la intolerancia que se generó mediante discursos políticos basados en el odio, como la criminalización y generalización contra los migrantes que han aportado tanto a lo largo de los siglos a ese país.
El asesinato de Kirk sacude no solo al trumpismo sino a la civilización basada en la tolerancia y el respeto a los derechos humanos en general y debe ser repudiado con firmeza por la humanidad, pues nada, absolutamente nada, puede justificar procedimientos criminales y absurdos generados por ese odio propagado para dividir a las sociedades.