Los famosos Consejos de Desarrollo han sido, a lo largo de ya muchos años, pieza fundamental en el Congreso, puesto que de lo que se les asigne depende la forma en que votan muchos de los representantes que consideran que tales entidades son fundamentales, no para promover desarrollo -como era su fin inicialmente-, sino para la realización de lucrativos negocios. La mejor prueba de ello está en el presupuesto vigente para este año, en el que el gobierno del presidente Arévalo, para asegurar la aprobación de lo programado en ingresos y gastos del Estado para el año 2025, accedió a asignar la mayor cantidad que se les ha trasladado a lo largo de su existencia.
El decreto 07-2025 que recientemente fue aprobado con disposiciones que facilitan aún más ese tipo de operaciones en los Consejos de Desarrollo, ha sido ampliamente criticado por sectores especializados en el tema fiscal y generaron una iniciativa de diputados vinculados al oficialismo pidiendo modificaciones por considerar que el procedimiento que se realizó para la aprobación viola normativas legales y facilita la ejecución de gastos sin la debida rendición de cuentas.
Por supuesto que fueron arrollados por la aplanadora que previamente había votado para extender los privilegios a los Consejos de Desarrollo en cuanto a la forma de gastar los recursos que tienen asignados y ahora el decreto pasará, tal y como fue inicialmente aprobado, al Organismo Ejecutivo para que sea sancionado o vetado, según lo que finalmente considere necesario hacer el Presidente de la República.
Alrededor del tema de los Consejos de Desarrollo se ha armado un alboroto sin precedente, tanto así que nunca se vio algo similar a lo largo de los muchos gobiernos en los que se les han destinado fondos. Y estando por llegar a la mitad del período presidencial de Bernardo Arévalo, se puede anticipar que alrededor de la polarización creada por el decreto 07-2025 va a girar mucho del futuro entramado parlamentario, lo cual significa un riesgo o una oportunidad, según el gobierno quiera ver la situación imperante.
Riesgo porque el Congreso puede terminar de maniatar al ejecutivo, especialmente si no le aprueba el Presupuesto que fue elaborado y ya se trasladó a la Comisión de Finanzas para su análisis y discusión. Pero también una oportunidad si Arévalo y el Ejecutivo actúan con determinación y firmeza para explicar a la sociedad lo que está ocurriendo y todo lo que hay alrededor del entramado. La ciudadanía, en general, sabe que los Consejos de Desarrollo no han operado como se esperaba, pero hace falta detallarle a la gente por qué ha ocurrido tal cosa y quiénes han sido los causantes del fracaso. Veremos en los próximos días qué rumbo decide tomar el gobierno de Bernardo Arévalo.