El Congreso de la República empieza a mostrar una actividad que no se le ha visto desde que los diputados decidieron subirse el sueldo de manera más que escandalosa. Quieren avanzar rápidamente en la aprobación de una iniciativa de ley que, para quienes no conocen el trasfondo, podría parecer importante para el país. Se trata de asegurar que los fondos no ejecutados en el presente año por los Consejos de Desarrollo Rural y Urbano (Codedes) sean trasladados automáticamente a los siguientes períodos fiscales, idea que sería muy buena si los famosos Consejos realmente hicieran algo por el desarrollo en sus comunidades.
Pero la experiencia demuestra que los Codedes se han convertido en la caja chica de muchos diputados que tienen control sobre ellos y que si algo no hacen es promover desarrollo en el interior del país, igual que no lo hacen instituciones como el INDE que cuando estuvo bajo el control de Quijivix pagó más de dos millones a una empresa que no solo no realizó la obra sino que dejó de pagar a pobladores de Chupel, San Miguel Chicaj, en Baja Verapaz, que hicieron el duro trabajo de traslado de postes, cables y transformadores, esperando que llegara a su caserío una luz que nunca obtuvieron. Ese contrato no es de Codedes, pero evidencia cómo es que se hacen adjudicaciones pensando en el negocio y no en la población.
Hay quienes expresan que hay casos exitosos de obras de los Codedes y en La Hora queremos conocer la información para que en caso existan, esas obras y contratos se vuelvan en la norma de beneficio para la población y eleven el estándar que hoy está muy por debajo de lo que se necesita.
La triste realidad de nuestro perpetuo subdesarrollo, que ha obligado a millones de chapines a emigrar por la falta de oportunidades, es patética, no obstante lo que anualmente se destina a los famosos Codedes, que en su inmensa mayoría no hacen más que enriquecerse y enriquecer a los diputados que se encargan de aprobarles las partidas, no digamos el negocio para los contratistas. El gobierno actual no ha tenido la agilidad para reestructurar los Consejos de Desarrollo y, lejos de ello, se ha aumentado la asignación que tienen, lo que obliga a fortalecer los mecanismos de verificación y rendición de cuentas. Hacer que las obras sean de conocimiento público de forma masiva, es un paso fundamental para intentar sanear y hacer más difícil un negocio que ha sido tan rentable y jugoso por tantos años.
Como pasa con todo aquí, la idea de descentralizar las inversiones era buena, pero hecha la ley hecha la trampa, reza el viejo dicho, y más se tardaron los técnicos en diseñar los Consejos de Desarrollo que éstos en convertirse en instrumento de la corrupción. Si con obras que están a la vista de todos, como las carreteras, escuelas y hospitales, se hacen micos y pericos, imaginemos lo que pueden lograr quienes controlan esos Codedes que no le rinden cuentas a nadie. Uno de los pasos importantes que debe dar el gobierno de Arévalo, dentro del mandato de combatir la corrupción, es el de reestructurar tales Consejos para que cumplan los fines para los que fueron creados.
Y hoy vemos que los diputados que no han pasado de aprobar más que cinco decretos en el año, casi todos tan inútiles como el del Día de la Biblia, se mueven intensamente para aprobar una ley que dé manga ancha al manejo del dinero de parte de los Consejos que ellos controlan.