La Constitución establece claramente que “La educación tiene como fin primordial el desarrollo integral de la persona humana, el conocimiento de la realidad y cultura nacional y universal. Se declaran de interés nacional la educación, la instrucción, la formación social y la enseñanza sistemática de la Constitución de la República y de los derechos humanos”. Sin embargo al ver los indicadores del nivel de educación de nuestro país, en temas esenciales como comprensión de lectura y matemáticas, vemos que ocupamos penosos lugares hasta abajo de la tabla mundial, habiendo alcanzado en el año 2024 apenas 35.53 y 12.9 por ciento, respectivamente.
Disponemos información del rendimiento desde al año 2015 a la fecha y nuestro mayor logro fue en el año 2019 en el que llegamos a 37.03 y 13.6, cifras que evidencian que nuestros jóvenes en su abrumadora mayoría no llegan a recibir realmente algo que pueda llamarse educación y en muchos años hemos llegado a pírricos 25.6 y 8.5. A lo largo de todos esos años no ha importado quién esté al frente del Ministerio de Educación pues todos han firmado pactos colectivos con el sindicato de Joviel Acevedo que no está centrado en mejorar la dignidad del magisterio, sino en movilizar a los maestros para defender a los gobiernos corruptos cuando haga falta.
Por ello es que el Pacto Colectivo que se firma es “confidencial” y la población no tiene acceso a los términos de lo acordado, lo que contraviene clara y categóricamente la misma Constitución que señala la publicidad de todos los actos oficiales, entre los que figuran, por supuesto, los pactos colectivos que firman los ministros de Educación, calidad que se mantiene pese a acciones legales para exigir la transparencia pues han sido rechazadas por la misma Corte de Constitucionalidad que, por lo visto, no entiende lo que significa la publicidad obligatoria de los asuntos de Estado, salvo cuando se comprometa la seguridad nacional.
Con la mano en la conciencia pensemos qué futuro puede tener un país en el que su niñez y juventud no tienen verdadero acceso a una educación que refleje avances en temas tan concretos como la lectura y las matemáticas, elementos fundamentales para la enseñanza y la formación de las nuevas generaciones. Guatemala debiera diseñar un sistema educativo que se concentre en brindar a los educandos métodos para alcanzar mejor rendimiento, pero como el Ministerio ha permanecido capturado por Joviel y su sindicato -que negocian alrededor del apoyo irrestricto a los gobiernos de ladrones- es imposible aspirar a un cambio.
No es que nuestros alumnos carezcan del coeficiente intelectual para rendir más; simple y sencillamente es que las políticas educativas no existen ya que, repetimos, quien ha mandado es Joviel Acevedo a quien solo interesan sus propios beneficios y los del grupo que se adueñó del Sindicato.