Tocar a Dios con las manos sucias. Foto La Hora: @CongresoGuate
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Ayer el “honorable” Congreso de la República, con el voto de 110 “representantes del pueblo”, aprobó de urgencia nacional declarar el primer sábado de agosto de cada año como el Día de la Biblia, celebración que pese a lo de urgente deberá esperar al año entrante. Pastores evangélicos que promovieron la iniciativa aplaudieron a los representantes que votaron a favor de su propuesta que se resume en cinco artículos carentes de real contenido.

El Congreso de la República de Guatemala se viene caracterizando desde hace décadas por servir a intereses perversos, tanto así que hasta el mismo Serrano Elías, tan honrado protestante como algunos pastores que ayer aplaudían a los diputados, trató de disolver el poder legislativo por los chantajes a que lo sometían. Por ello es que viene al caso referirse a los fariseos, aquellos seguidores de una secta judía que aparentaba rigor y austeridad, pero eludía los preceptos de la ley y, sobre todo, su espíritu, según reza el diccionario de la Lengua Española.

Los sinónimos del término fariseo son “hipócrita, falso, farsante, mentiroso, embustero” términos que aplican para muchos de los que desde las curules del Congreso de la República se han enriquecido mediante chantajes para aprobar o no aprobar determinadas leyes, pues sabido es que no se levanta la mano sin el pago correspondiente. Por algo en Mateo 23:2-26 se nos dice que los fariseos son los que más conocen la ley de Moisés, advirtiendo a los fieles que hagan todo lo que ellos digan pero que nunca, jamás, hagan lo que ellos hacen, pues enseñan una cosa y hacen otra; imponen mandamientos difíciles de cumplir pero no hacen ni el mínimo esfuerzo por cumplirlos.

Bien dice la sabiduría popular que no hay que tentar a Dios con las manos sucias y el acto de suprema hipocresía de diputados que son parte esencial del secuestro del Estado -que va más allá de la designación de magistrados al servicio de la impunidad- declarando con golpes de pecho y aplausos de los pastores el Día de la Biblia, es un zarpazo con manos sucias, por no decir cochinas.

Guatemala tiene un pueblo predominantemente cristiano, pero una cosa es decir que se práctica la fe y se actúa bajo la inspiración de la Biblia y otra muy distinta es el comportamiento que muestra tanta gente, sobre todo figuras públicas, que se desentienden de las necesidades de la gente. Célebre la frase de San Juan Pablo II de “no más divorcio entre fe y vida”.

Es clave incentivar los valores cristianos para que sean la guía de la sociedad, pero que quienes hoy son los padres del negocio desde el Congreso sean quienes promueven días de Biblia, es un chiste que se cuenta solo.

Las partidas presupuestarias que aprueban en el Congreso no se orientan al bien común sino a los negocios que pueden realizarse y por los cuales son vitales esos millonarios aportes a Consejos de Desarrollo que funcionan, cabalmente, para facilitar negocios. La aprobación del Día de la Biblia tendría razón si fuera un acto de contrición, pero cuando es un gesto demagógico solo evidencia hasta dónde hemos llegado.

Redacción La Hora

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