Populismo y autoritarismo. Foto La Hora: AP-AFP-Redes Sociales- Wikipedia.
Populismo y autoritarismo. Foto La Hora: AP-AFP-Redes Sociales- Wikipedia.

A lo largo de la historia se han repetido épocas en las que en diversos lugares se impone el populismo que genera dictaduras que pasan sobre la legalidad y los principios elementales de la democracia. Ocurre en todos lados y en América Central el siglo pasado estuvo marcado por regímenes como los de Estrada Cabrera, Ubico, Martínez, Carías y Somoza que ejercieron poder absoluto en Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua. Tras esos oscuros períodos tuvimos hasta guerras internas muy sangrientas derivadas de las estructuras sociales generadas por los regímenes absolutistas.

Hoy en el mundo se sienten vientos muy fuertes de políticos que se apartan de la democracia y ello surge por la frustración de mucha gente por las falencias de regímenes supuestamente democráticos, incapaces de abordar con determinación aquellos problemas que más aquejan a los ciudadanos. El populismo se convierte así en la principal herramienta para la conformación de modelos autoritarios, aún en países con una enorme tradición democrática, no digamos en lugares donde las dictaduras han sido parte de la historia.

La semana anterior se dio una reforma constitucional en El Salvador que abre la puerta para la perpetua reelección del gobernante, medida que goza de un enorme respaldo popular porque es indudable que Nayib Bukele ha tomado medidas que satisfacen a los salvadoreños. Empezando por el combate a la criminalidad, que se manifiesta especialmente en las pandillas dedicadas a la extorsión y el asesinato de personas inocentes. Se habla bastante de los acuerdos secretos que hizo el hoy presidente salvadoreño con los líderes de las más importantes maras, lo que le permitió realizar capturas sin precedentes, pero ese detalle ha sido archivado.

Bukele dispuso, además, declarar un estado de excepción que dejó al margen el régimen de legalidad, empezando por la necesidad de probar judicialmente la culpa de quienes son detenidos, pero la drástica reducción de homicidios hizo que los ciudadanos aplaudieran esas medidas, por mucho que pudieran atentar contra algunos derechos elementales.

Aspiraciones dictatoriales siempre van a existir, pero el punto está en que en la medida en que los regímenes democráticos sean incapaces de atender las necesidades de los pueblos, siempre va a surgir alguien que sepa manipularlos con acciones populistas que, en el fondo, únicamente pretenden solidificar las tiranías. El llamado tiene que ser a los líderes democráticos para que entiendan su responsabilidad y actúen con firmeza y en consonancia con los deseos de la población pues las medias tintas son las que abren el camino para que personajes astutos puedan terminar con los valores y principios de la democracia.

Si queremos evitar la propagación de dictaduras populistas, debemos exigir a los líderes democráticos más eficiencia y que cumplan con los mandatos populares.

 

Redacción La Hora

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