Por mandato constitucional los diputados fiscalizan la gestión de los funcionarios públicos, a quienes pueden solicitar informes para evaluar su desempeño, lo cual generalmente hacen citándolos a sesiones de trabajo, como sucedió ayer cuando el representante Luis Aguirre invitó al ministro de Comunicaciones, Miguel Ángel Díaz Bobadilla, quien llegó para abordar el tema del estado de la red vial del país. Todos sabemos el deterioro que desde hace años se viene dando en las carreteras y en general en toda la infraestructura, producto de la forma en que durante muchos años se han privilegiado negocios turbios en vez de ocuparse por atender las necesidades públicas.
Pero en esa citación el diputado agarró un neumático que había llevado, colocándolo bajo la mesa, y lo tiró abrupta y violentamente frente al ministro, dañando el teléfono y la computadora del funcionario que fueron literalmente aplastados por la pesada llanta. El estupor de los presentes fue obvio por la brutalidad del acto que pudo tener más graves consecuencias y que, de todas formas, fue una muestra de abuso de poder y poca clase del político. El diputado pudo inclusive enseñar la rueda y mostrar los agujeros que tenía, sin necesidad del acto burdo de lanzarla violentamente sobre la mesa.
El Congreso de la República es una de las instituciones del Estado que perdió su prestigio hace mucho tiempo, cabalmente por el comportamiento de muchos de sus miembros que lejos de actuar con legítimos representantes del pueblo se dedican a llevar agua a su molino y proteger a sus patrones. El diputado Luis Aguirre se ha distinguido por mostrar ese agrio comportamiento en sus actividades oficiales, sobre todo luego de haber sido públicamente empoderado gracias a sus arreglos con el diputado oficialista Samuel Pérez, pero lo ocurrido ayer es en realidad intolerable pues fiscalizar no significa agredir de esa forma a los funcionarios que atienden la citación que se les hace. El Gobierno ni el presidente Arévalo hicieron lo necesario para marcar distancia luego de los “amores” de los miembros de la ahora fragmentada bancada oficial con Aguirre.
Ciertamente los diputados gozan de inmunidad, pero ello no significa que puedan portarse de manera tan abusiva y agresiva en sus funciones. Pudo haber mostrado la llanta para hacer su show, sin tirarla groseramente sobre la mesa, impactando en objetos que estaban allí colocados; dijo después Aguirre que no hubo agresión porque el ministro se quedó tranquilo, pero el que no haya reaccionado también brutal y vulgarmente no cambia nada.
Ser diputado y fiscalizar no significa que se pueda tratar abusiva y groseramente a nadie. Finalmente el show cuidadosamente planificado por Aguirre se revirtió porque el tema de los hoyos en la llanta pasó a segundo plano luego del gesto brutal e inaceptable de somatar el pesado neumático que rebotó peligrosamente sobre la computadora y el teléfono del ministro que quedó estupefacto.