
Hoy publicamos un importante y serio trabajo relacionado con negocios cometidos durante el gobierno de Alejandro Giammattei y que fueron oportunamente denunciados por las nuevas autoridades sin que se haya dado alguna investigación seria de parte del ente que recibió las denuncias, el fuerte y firme MP, como dicen ellos. Al contrario, luego de haberse hecho una presentación pública de los negocios por casi mil millones de quetzales, quienes comparecieron para evidenciar el sucio proceder en el Instituto Nacional de Electrificación han sido objeto de acoso, especialmente de políticos que desde el Congreso quieren enterrar el caso.
Es fundamental entender lo que pasó en el Instituto Nacional de Electrificación porque es un ejemplo claro de cómo se ha procedido a lo largo de los años y el papel clave que jugó el cercano amigo de la pareja Giammattei-Martínez, Melvin Quijivix, razón por la que todos los que participaron en esos trinquetes fueron señalados de ser parte de la Red Q, nombre que se le dio al malévolo grupo cuando se determinó cómo se había operado.
Leer la investigación es muy importante para entender los detalles de las cosas que pasaron en años recientes en nuestra Guatemala pero, lo más importante, saber que esas redes de poder sucio que coparon todas las instituciones, siguen gozando del derecho a una absoluta impunidad gracias a que todo lo que tenga que ver con Giammattei y su pareja, el mero Jefe de Jefes, como él se hacía llamar para demostrar que pesaba más que el mismo Presidente, Miguel Martínez.
Si hacemos un recuento de los casos que no se han investigado pese a denuncias muy serias, como las que hace un año presentaron autoridades nacionales para desnudar el trinquete del INDE, y a ello sumamos aquellas sentencias absolutorias que se vienen sucediendo para permitir que los operadores de la corrupción disfruten tranquilamente del dinero mal habido, veremos que el rumbo del país no ha cambiado en torno al Estado de Derecho porque están enraizados en el poder, tanto Legislativo como Judicial, quienes fueron operadores especiales de esos nefastos poderes.
A ello se suma la parsimonia de un Ejecutivo que ha visto claramente lo que ocurre y que, pese a tener las cosas claras, no atina a diseñar una estrategia que haga viable el cumplimiento del mandato popular que se recibió en las urnas. Tanto por hacer como por dejar de hacer, hay demasiados responsables de que nuestra condición no cambie y que los criminales que robaron tanto al pueblo puedan seguir gozando de sus fortunas sin el menor contratiempo. Esa forma de apañar la corrupción constituye una grave ofensa al pueblo.