Tal y como están las cosas en nuestro país, con la institucionalidad controlada por las principales mafias que las ponen a operar en su beneficio directo, es necesario que Guatemala haga ajustes para recuperar la esperanza de un futuro mejor, lo que nos obliga a señalar la necesidad, impostergable, de un pacto social en el que participen todos los sectores ajenos a esos grupos tenebrosos de poder. Trabajadores y empleadores, políticos comprometidos y ciudadanos, terratenientes y campesinos, ladinos e indígenas, militares y civiles, hombres y mujeres, comerciantes y consumidores, así como cualquier miembro de esta sociedad que está consciente del atolladero en que nos colocaron, todos tenemos que esforzarnos por alcanzar los acuerdos que nos permitan cambiar, para bien, esta dolorosa situación.
Obviamente el tema de la perversión de la justicia es seguramente el que más relevancia adquiere, sobre todo ahora que en su terrible desesperación y angustia por el fin de un período, el Ministerio Público se ha empeñado en pisotear no solo las normas sino los principios, apañando a todos los ladrones que se han vuelto millonarios con dinero del pueblo, y persiguiendo a todos los que cuestionan esta dura realidad. Tenemos que estar preparados porque ya se vio que no hay ley que los tenga al contar con la complicidad de magistrados que son parte de ese deliberado proceso de captura de las instituciones, mismo que pretenden continuar mediante decisiones tan críticas como la próxima conformación de la CC, del Ministerio Público, el TSE y la Contraloría de General de Cuentas de la Nación.
Si los ciudadanos no nos esforzamos por alcanzar un serio pacto social que pueda hacerle frente a la arremetida que están ya ejecutando los grupos más siniestros, quedaremos en un atolladero que será la perdición de muchos. Entre las consecuencias del saqueo está el crecimiento del crimen organizado y el de la pobreza que obligó a muchos a emigrar, pero ahora esa ruta se vuelve aún más dura de lo que siempre fue y el alivio que el ciudadano tuvo gracias a las remesas enviadas por los migrantes, está en riesgo. No solo por el impuesto que se le quiere poner en Estados Unidos a las remesas, sino por la deportación de nuestros compatriotas dentro de la nueva política de Washington.
El panorama del país es complicado por ese control mafioso que ha hecho tanto daño no solo a la institucionalidad sino a toda la ciudadanía y por ello decimos que si siempre, desde los tiempos de Rousseau y la Revolución Francesa, el pacto o contrato social ha sido fundamental, más lo es cuando una sociedad es víctima de esa nueva forma de dictadura ejercida desde las instancias legales por los peores y más ambiciosos criminales.
No podemos postergar más el diálogo para alcanzar un nuevo pacto social que devuelva la esperanza a Guatemala, especialmente en el sector justicia.
