
Ayer la Fiscal General, Consuelo Porras, centró su informe, al cumplir su penúltimo año de labores, en que lo hecho es irreversible y que no hay ni habrá “marcha atrás”, agregando que no permitirá que logren su cometido “quienes pretenden debilitar la justicia”. En realidad lo único irreversible al fin de cuentas termina siendo el juicio de la historia y el mismo no se vislumbra muy prometedor para quien, en la práctica, articuló el debilitamiento de la justicia de Guatemala, como lo prueba la impunidad que gozan los ladrones de fondos públicos y las “FuertesyFirmes” acciones contra quienes cuestionan esa dura y cruda realidad.
Faltando un año para que termine su mandato y aunque mantienen la esperanza de que ella o alguien afín pueda llegar al cargo, son muchos ya los trabajadores del Ministerio Público que empiezan a marcar distancia con la administración de Porras, tanto así que salen a explicar quiénes son los que conforman el círculo cercano a ella y cómo operan. En el MP hay personal que cree en el servicio y, sobre todo, cree en la justicia y saben perfectamente lo que se ha hecho desde la Fiscalía General en el descalabro de nuestro Estado de Derecho.
La inmensa cantidad de ex funcionarios acusados de corrupción con pruebas fehacientes, pero que están nuevamente en libertad y gozando de las fortunas que amasaron, constituyen la prueba más absoluta del debilitamiento de nuestra justicia; no digamos los ya casi 500 días sin investigar (no digamos procesar) a Giammattei y su mero jefe, Miguel Martínez. Esos fiscales de carrera que se sienten frustrados empiezan a hablar y relatan quiénes y cómo es que un pequeño grupo maneja todos los hilos pues no solo planifican todo sino aíslan a Porras para que no tenga relación con nadie fuera de ese férreo entramado.
De todo hay en la viña del Señor, se dice, y si bien como institución el Ministerio Público está en la calle, mucha gente que lleva años trabajando allí y que cree en la justicia, han callado por mucho tiempo pero empiezan ya a hablar, lo que permite conocer ese entramado de cooptación que la misma Porras facilitó y del que ya no se puede sacudir. La publicación de esta semana sobre el tema deja clara la forma en que operan.
Repetimos que en la vida únicamente la muerte es irreversible y que tarde o temprano la Historia termina poniendo en claro la realidad y lo que ocurrió. Y ese juicio sí que termina siendo irreversible, aunque quien sea objeto del análisis ya no esté en este mundo. Que quede claro que el debilitamiento de la justicia no hubiera sido posible, en absoluto, sin que Porras, permitiera a Pineda, Scheaffer, Mejía, Ávila, Jiménez y Pantaleón montar ese férreo cerco para asegurarse el control absoluto del MP.