La sorpresiva renuncia, por motivos personales, de Iván Carpio como Secretario de Asuntos Administrativos y Seguridad de la Presidencia, invita a poner el ojo en una institución que fue creada para liberar a los mandatarios del control que sobre ellos ejerció siempre el famoso Estado Mayor Presidencial, pero que terminó siendo mal utilizada, como ocurre con prácticamente todo lo que forma parte del aparato del sector público. En efecto, la SAAS, creada en tiempos de Alfonso Portillo, pero que no empezó a brindar seguridad al gobernante sino hasta el siguiente período, ha sido un instrumento mal orientado.
En primer término hay que decir que siguió actuando como lo hacía el Estado Mayor Presidencial en muchos sentidos pero, sobre todo, en cuanto al manejo de los fondos destinados a la protección y seguridad de los mandatarios y sus familias, incluyendo la del Vicepresidente. En el gobierno anterior se denunció que la SAAS, entre otras cosas, brindaba seguridad a un montón de personas que no tenían ningún vínculo familiar con el gobernante, empezando por amantes (si así se le puede llamar a Miguel Martínez) hasta llegar al candidato presidencial del oficialismo.
Ahora se ha hablado mucho del gasto en que se incurrió para un famoso “baby shower” por el nacimiento de un nieto del gobernante y el mismo Arévalo procedió a reponer parte de lo que se había gastado de las arcas de la SAAS. Pero desde hace años la SAAS ha realizado gastos realmente injustificados que no van con sus funciones legales y se recordarán los escandalosos gastos que sufragaba esa dependencia en tiempos de Jimmy Morales para proveerlo de caprichosos y muy caros objetos que no pagaba de su bolsa sino que eran adquiridos por la Secretaría de Asuntos Administrativos y Seguridad.
Célebres son las fiestas de muchos mandatarios en el pasado en las que el alcohol y mujeres que no eran las esposas se convertían en las invitadas estelares. Muchos funcionarios que se “picaban” ya entrados en el calor de los tragos eran fotografiados con algunas personas que no eran sus parejas y quedaba condicionados/chantajeados para siempre.
Creemos que este momento es oportuno para emprender una revisión de la Secretaría, de sus funciones y de sus atribuciones, para centrarla en la razón específica por la que fue creada. Obviamente, los gobernantes necesitan disponer de un anillo especial de seguridad, sobre todo en un país como el nuestro con tantas manifestaciones del crimen organizado, pero jamás debió ser un instrumento para cubrir los caprichos de quienes llegan al poder sin la menor intención de beneficiar a la población sino únicamente para enriquecerse, como viene ocurriendo desde hace tantos años en el país.
El Estado Mayor Presidencial se caracterizó por cuadricular a los gobernantes, detectando sus fortalezas y debilidades, para aniquilar las primeras y exaltar las segundas. Mujeres, alcohol y dinero fueron los instrumentos más utilizados para someterlos a los caprichos de quienes, en teoría, los protegían, pero que en la práctica los manipulaban.
Revisar las funciones y actuaciones de la SAAS es un imperativo que está dentro del mandato del pueblo en el pasado evento electoral.