Hay abundantes elementos para demostrar cómo las fuerzas ocultas que pretenden mantener el control de todas las instituciones provocan la anarquía y el caos que termina por destruir el Estado de Derecho y, por ende, la posibilidad de alcanzar la paz social que nos permita ejecutar el mandato en las urnas de transformar al país para salir de las mafias. Ahora siguen siendo los grupos que se empoderaron en los últimos dos gobiernos al realizar sus negocios enriqueciéndose a costillas del pueblo, pero el deterioro finalmente será aprovechado por otros grupos criminales con más capacidad de fuego que florecen en el país gracias a la forma en que las viejas mafias manipulan la institucionalidad.
El caso del Colegio de Abogados y Notarios de Guatemala es una mancha más al tigre de ese menoscabo de la institucionalidad, pero igual cosa ocurre, para citar únicamente los incidentes de esta semana, con el Concejo Municipal de Quetzaltenango que fue desintegrado maliciosamente eliminando a los Concejales de oposición, y la forma en que se articuló la protesta de esta semana por el tema del seguro universal.
El Colegio de Abogados tiene que jugar un papel clave en varios procesos y por ello el interés por impedir la toma de posesión de quienes ganaron la elección. Las postuladoras de Fiscal General del Ministerio Público, de Magistrados del TSE, del Instituto de la Defensa Pública tienen representación del Colegio de Abogados, aparte del papel que juega al designar un magistrado titular y un suplente para la próxima Corte de Constitucionalidad. Es obvio que son muchos los intereses en juego y por ello el MP, por primera vez en su historia, realizó abiertamente campaña por una planilla en la elección de la directiva del colegio, perdiendo estrepitosamente.
Los guatemaltecos tenemos que entender que todo eso no son casualidades sino los esfuerzos de los grupos de poder que se han servido con el dinero del pueblo para no solo seguir operando sino evitar cualquier acusación en su contra. Pero lo fundamental es también comprender que todo ello, al final de cuentas, terminará sirviendo a otros grupos que usan al país para traficar su ilegal mercancía, pues podrán incrementar también su poder y con el dinero que mueven mandarán finalmente al chorizo a los que viven de la corrupción.
Al paso que vamos, el 2028, cuando asuma un nuevo gobierno y Congreso, serán esos grupos de sucio, pero cada vez más evidente poder económico, quienes mandarán en el país y por ello es vital que pongamos atención a lo que está ocurriendo y nos demos cuenta del efecto letal que tienen las mañoserías que ahora se realizan desde altas esferas de instituciones públicas, algunas académicas, gremiales y operadores individuales de un sistema que descansa en la corrupción.