
Ha sido motivo de muchas burlas y chistes la afirmación del diputado electo por el Movimiento Semilla, Raúl Barrera, en el sentido de que la aglomeración de barcos frente a las costas del Puerto de San José es una muestra de que nuestra “economía está creciendo”, lo que evidencia la realidad de nuestros políticos que viven de fantasías y espejismos. Los barcos están estancados esperando a que nuestro deficiente Puerto Quetzal les pueda dar espacio para realizar operaciones de embarque y desembarque y ello no es porque tengamos un incremento de la actividad económica sino un deterioro de la capacidad portuaria.
La situación ha sido ampliamente discutida y diversos sectores se quejan de la incapacidad de Puerto Quetzal para realizar sus operaciones como corresponde, lo que se traduce no solo en pérdida de tiempo sino en incremento de los costos porque cada día que esos barcos pasan “esperando turno” cuesta miles de dólares a los importadores, quienes tienen que trasladar ese sobrecosto a los consumidores. Pero, obviamente, una situación así se sale del espejismo de políticos que llegan al colmo de presumir, como si el país hubiera tenido cambios integrales desde el último cambio de gobierno.
Nuestros políticos antes podían vivir de ilusiones y espejismos que nadie se enteraba, pero ahora se sienten engolosinados por las redes sociales y publican lo que se les viene a la cabeza, dejando claro el escaso nivel de conocimiento de nuestra realidad y la forma en que interpretan, equivocadamente, lo que está pasando en el país. Y eso explica por qué hay tanta lentitud e incapacidad para entrarle a los problemas de fondo, desde el Congreso por ejemplo, pues muchos son tan torpes que se dejan llevar por los espejismos fabricados en sus cabezas.
Guatemala es un país donde, durante años, se ha dado un consistente abandono en el cumplimiento de los fines esenciales del Estado y los ciudadanos, hartos de esa situación, acudieron a las urnas hace año y medio con la ilusión de dar un claro mensaje de cambio y transformación. Que ese mensaje todavía no haya sido atendido por los que resultaron electos es obvio, lo que puede responder cabalmente a ese divorcio que hay entre la política nacional y la realidad del país.
Entendemos perfectamente que la opinión pública se ría de la torpeza de alguno de nuestros diputados que, al ser preguntado sobre las verdaderas causas de esa larga fila de barcos, reitera lo del crecimiento económico, pasando por alto la lamentable situación del Puerto Quetzal. Pero con reírnos de esas tonterías y pruebas de total incapacidad, no logramos nada pues, tristemente, muchos de los que están encomendados a provocar el cambio parecen vivir contentos con sus espejismos.