Fue William Shakespeare quien en 1599 hizo uso de la frase “Los Idus de Marzo” en su libro sobre Julio César, en referencia a los efectos que tuvo para la república el asesinato de ese gobernante ocurrido el día 15 de Marzo, fecha que los romanos celebraban bajo esa denominación. Y desde entonces se dice que hay que cuidarse de los Idus de Marzo, citando específicamente las palabras del notable escritor inglés respecto al hecho que acabó con la República y dio paso al Imperio, por lo que, de una u otra manera, se ha llegado a sostener que puede haber una especie de maldición divina que se manifiesta en este mes.
Viendo la situación del mundo en estos días, con el surgimiento de nuevos balances y nuevas tensiones, es imposible dejar de pensar en esa frase que sobre este mes utilizó el gran escritor William Shakespeare. Y es que todo indica que lo que fue el orden mundial, por lo menos desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta este año 2025, está sufriendo cambios acelerados y de pronóstico reservado, como suelen decir los médicos cuando hablan de la condición delicada de un paciente.
Durante décadas los dos grandes polos de la política exterior estaban centrados en Washington y Moscú, pero eso está terminando para dar paso a una especie de alianza y entendimiento entre Estados Unidos y Rusia que no se había visto o, por lo menos, que nuestras generaciones nunca atestiguaron. En efecto, el caso de Ucrania pone de manifiesto una actitud totalmente distinta que sirve para explicar esa aprensión que puede haber respecto al resurgimiento, en estos días, de los Idus de Marzo.
El presidente Donald Trump, de Estados Unidos, ha dado muestras contundentes de que confía mucho más en Vladimir Putin que en los líderes europeos, a los que ahora ha amenazado con recortar las aportaciones a la OTAN, consecuencia de las diferencias surgidas desde que la Casa Blanca dejó de mostrar su apoyo y solidaridad con Ucrania, tras la invasión ordenada por Moscú y que ha tenido elevado costo, no sólo en dinero, sino en vidas humanas que se han perdido en esa guerra.
Los antiguos aliados de Estados Unidos no atinan a comprender cuál es el nuevo planteamiento que hace Washington en temas tanto de comercio como de seguridad porque no hay una postura que responda a ideologías y doctrinas sino pareciera que todo gira alrededor de instintos que pueden cambiar de la noche a la mañana. Por ello es que vale esa idea que el mundo está bajo pronóstico reservado, pues es imposible adelantar opiniones sobre ideas o explosiones que responden nada más al ánimo o voluntad o capricho de una persona, situación pocas veces vista.