![Editorial 2025-02-17](https://lahora.gt/wp-content/uploads/sites/5/2025/02/Editorial-2025-02-17.jpeg?w=696&h=0&crop=1)
Dentro de los acuerdos que se han suscrito con el sindicato de maestros está el que privilegia las vacaciones de los educadores para determinar el inicio de las clases y por ello es que, aunque en el sector privado las clases empezaron hace más de un mes, en las escuelas públicas hasta el día de hoy está iniciando el año. Ese es apenas uno de los tantos síntomas del efecto que para la educación del país ha significado ese sometimiento de las autoridades de educación a los dictados del Sindicato de Maestros del dirigente Joviel Acevedo, quienes a cambio de tanto privilegio se han comprometido a ser fuerza de choque de los gobiernos corruptos.
Los indicadores del rendimiento de muchos estudiantes en Guatemala ofrecen mucho margen de mejora y por supuesto, los alumnos de las escuelas oficiales son los que peor tipo de educación reciben, lo que coloca al país en una complicada situación en cuanto a la capacitación y preparación de niños y jóvenes. Los buenos maestros, dedicados y entregados, deben sortear a los dirigentes que han visto la educación como un negocio. Este año el famoso sindicato se sumó a las críticas formuladas por los sectores que se dicen más conservadores y afirmó que se estaba manipulando a la juventud con libros de texto maliciosos en el tema moral.
Tanto la Conferencia Episcopal de Guatemala como la Alianza Evangélica hicieron el análisis del contenido de los textos oficiales y su conclusión es que no hay absolutamente nada que atente contra la moral y los principios que se deben inculcar a la juventud, dando un severo tapaboca al sindicalista Acevedo que hizo calumniosas afirmaciones sin siquiera tomarse la molestia de leer los libros que estaba condenando simplemente para seguir quedando bien con los operarios de la corrupción.
El inicio de este ciclo escolar debiera estar marcado por una profunda revisión del sistema educativo que debió alcanzarse luego del primer año de gestión de las actuales autoridades. En el fondo no se pudo cambiar lo que se debe porque el Ministerio sigue batallando para no ser eterna presa de los intereses y maniobras politiqueras del Sindicato que se ha convertido en el eje alrededor del cual gira todo lo que tiene que ver con la formación de las nuevas generaciones. Y ese sindicato no ha puesto ni un ápice de empeño en tratar de mejorar el sistema para cambiar los niveles de educación que se imparten en el sector público porque aquellos ideales de maestros comprometidos con la enseñanza son ya parte de la vieja historia.
Hoy empieza otro ciclo que, lamentablemente, no tiene mucho de diferencia con los anteriores en los que el descalabro aumenta año con año y es indispensable que se ponga remedio a esa situación que afecta seriamente el futuro del país porque cada vez disponemos de gente menor formada y apta para trabajar por su desarrollo y el de sus familias.
Las autoridades de educación han hecho un esfuerzo que debe ser acuerpado por la sociedad y recuperar la educación debe ser uno de los grandes acuerdos de aquellos que quieren un cambio en el país.