Diseño La Hora: Francisco Altán
Una con venda de la justicia, pero con un ojo destapado. Diseño La Hora: Francisco Altán

La historia nos demuestra que la democracia real depende, básicamente, de la existencia de un adecuado sistema de pesos y contrapesos que giren alrededor de la correcta y precisa aplicación de la ley, razón por la cual el sistema de justicia termina siendo fundamental en el logro de la preservación del modelo democrático. A lo largo de la vida de todas las naciones se pueden encontrar momentos en los que el autoritarismo trata de imponerse y ejemplos como el de la Alemania de Hitler terminan siendo muy ilustrativos para comprender por qué los tiranos lo primero que buscan es controlar el poder judicial.

Un gobernante autoritario puede saltarse las trancas del poder legislativo y dictar sus propias órdenes sin tomar en cuenta a los llamados representantes del pueblo, pero si existe un sistema de justicia independiente y objetivo, se convierte en el principal valladar para evitar excesos en el ejercicio del poder. Y por ello es que cualquier forma de autoritarismo necesita, a fuerza, tener el mayor control del sistema de justicia para no verse de ninguna manera amenazado.

En Guatemala no tenemos el autoritarismo de un tirano pero es obvio que existe un enorme poder autocrático basado en una alianza que se fue construyendo persistentemente para disponer, mediante el control del sistema de justicia, de la facilidad para hacer que todo el aparato del Estado gire alrededor de los negocios. Sin ese absoluto control institucional tendríamos entidades como la Contraloría de Cuentas, el Ministerio Público y hasta la Superintendencia de Bancos, controlando los flujos de dinero provenientes de los negocios realizados a la sombra del aparato estatal, pero no contentos con ese tremendo poder se dispuso, desde hace años, utilizar las comisiones de postulación para ir colocando en la Corte Suprema de Justicia y en las Salas de Apelaciones a profesionales apalabrados para apañar cualquier negocio y garantizar impunidad a los ladrones.

Ninguno de los pasos que se dieron para la total corrupción del aparato estatal es tan importante y trascendente como ese absoluto control que se tiene de las partes torales del sistema de justicia porque, a la larga, es lo único que verdaderamente podría contener la plaga que significa el saqueo y mal uso de los recursos públicos. Si algo hay que reconocer a los creadores del sistema actual es que se tomaron el tiempo de analizar el panorama y actuar específicamente en los puntos cruciales para sus fines.

Con una justicia que, lejos de aplicar la ley, sirve para engavetar los más sonados casos de corrupción e ignorar sistemáticamente los que vienen ocurriendo en los últimos años, todo el plan orquestado para saquear al país hubiera sido inútil. Y por ello es tan importante que el ciudadano entienda ese problema y pongamos los ojos en lo que debemos cambiar con urgencia.

Redacción La Hora

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