Tal y como lo expresó el Secretario de Estado, Marco Rubio, nunca se había dado que el primer viaje del titular de la política exterior de Estados Unidos se realizara hacia Centroamérica y por ello tiene mayor relevancia este periplo que empezó por su visita a Panamá, donde por lo visto, logró avances significativos. El Presidente Donald Trump había expresado su intención de que Estados Unidos recuperara el control sobre el Canal de Panamá, mismo que fue devuelto a la soberanía panameña por el tratado suscrito entre Carter y Torrijos, en representación de sus dos países.
El tema migratorio también es uno de los aspectos centrales de este viaje porque no es secreto que los países centroamericanos se han convertido en generadores de enormes flujos migratorios, esos que el nuevo gobernante norteamericano pretende detener o, por lo menos, reducir. Nosotros podemos hablar más del caso de los migrantes guatemaltecos, cuya inmensa mayoría no encaja en la calificación de delincuentes ni, mucho menos, terroristas. Se trata de personas que simple y sencillamente creen en ese sueño americano que ha atraído históricamente a millones de personas de todo el mundo que se han asentado en Estados Unidos buscando bienestar para ellos y sus familias, lo que pueden lograr mediante la realización de grandes esfuerzos, en donde encuentran la oportunidad de trabajo.
Tanto así que Guatemala se ha convertido en un país que depende, y mucho, de las remesas que envían esos compatriotas que, nos consta, son muy apreciados por sus empleadores por la calidad de trabajo que realizan y el compromiso que les permite mejorar día a día. Se entiende y es válido que Estados Unidos quiere regularizar la migración e impedir el ingreso ilegal de millones de personas, pero nadie, ni ellos ni mucho menos nosotros, podemos pasar por alto qué provoca ese fenómeno.
Repetimos que los guatemaltecos que se ven forzados a salir del país lo hacen por la falta de suficientes oportunidades para ganarse aquí honestamente la vida y saben que en Estados Unidos son mucho más apreciados y valorados de lo que ocurre aquí. Y es que las remesas se convierten en un gana-gana para mucha gente porque no solo no tienen que invertir en el desarrollo humano de los guatemaltecos, sino que gracias al esfuerzo de los migrantes mes a mes recibimos las enormes cantidades de dinero que son motor de nuestra economía, en su mayoría de consumo.
Si invirtiéramos realmente en el bienestar de la gente, en atención a sus necesidades de educación, salud, seguridad y oportunidades de trabajo, seguramente que esos millones de guatemaltecos se quedarían aquí, con sus familias. Y eso es lo que Rubio debe exigir a las autoridades guatemaltecas, que termine la corrupción y se invierta en la gente para que cese la migración.