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Con el crecimiento enorme del flujo migratorio de guatemaltecos hacia Estados Unidos, provocado principalmente por la falta de oportunidades en nuestro país dado que la supuesta “inversión pública” sirve únicamente para enriquecer a políticos y contratistas, la cantidad de compatriotas viviendo allá pasa de los tres millones de personas, lo que se refleja en las multimillonarias remesas que envían mes a mes. Hoy fue investido como Presidente norteamericano Donald Trump, ganador de las elecciones en noviembre pasado tras una fuerte campaña que giró, en mucho, alrededor del tema migratorio y de la prometida política de deportaciones masivas a partir del día de hoy.

La migración ha sido siempre resultado de las malas condiciones de vida o la represión e inseguridad existente en varios países del mundo, lo que históricamente ha generado enormes flujos de migrantes que tratan de llegar a países en donde, a fuerza de trabajo, pueden obtener ingresos para mejorar su calidad de vida y la de sus familias. En Guatemala ambos factores, el de la pobreza y la inseguridad, han sido causa de una constante movilización de chapines que ha enriquecido a muchos coyotes o traficantes de personas.

Una de las primeras órdenes ejecutivas dictadas hoy por Trump, de acuerdo a sus promesas de campaña, es el tema migratorio y la disposición de expulsar a quienes han entrado de manera irregular a Estados Unidos. Capturar y enviar de vuelta al país a millones de guatemaltecos que siguen en condición irregular no es cosa sencilla pero, por supuesto, las condiciones de vida de los migrantes irregulares se harán mucho más difíciles en el marco del nuevo enfoque que se da al tema y debemos prepararnos pues, seguramente, aumentará la cantidad de deportados que son devueltos a un país que no ha invertido para mejorar la calidad de vida de sus habitantes.

En algunos casos, quizá veremos la deportación voluntaria para evitar cualquier zozobra y como país debemos estar listos para responder y por eso los ajustes al sistema son claves, no solo para responder el mandato que le dieron a Bernardo Arévalo, sino para que podamos tener las inversiones en las cuales los migrantes pueden agregar valor. Quienes han emprendido en Estados Unidos deberían poder hacer lo mismo en Guatemala. 

Las remesas han sido un alivio para miles de familias que siguen viviendo y sufriendo los efectos de la corrupción que ha impedido la inversión en desarrollo humano porque los fondos se desvían para terminar en maletas como las de aquel ministro que apenas si recibió una pena mínima por el grosero desfalco que afectó a millones de personas. A partir de hoy esa situación y el tema de las remesas empezarán a tener cambios significativos que tendrán también consecuencias en nuestro país.

El gobierno norteamericano debe saber que la causa principal de la migración de guatemaltecos es la corrupción que no permite mejorar las condiciones de vida y sería bueno que el Ministerio Público, con sus fiscales vestidos de trumpistas, se comprometa con la nueva administración norteamericana a perseguir a los ladrones que han causado tanta pobreza y, por ende, tanta migración.

Redacción La Hora

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