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Técnicamente hoy se cumple el primer año de gobierno de Bernardo Arévalo tras haber sido electo por una importante mayoría de ciudadanos en la elección del 2023; decimos que técnicamente porque aunque la ley ordena que la toma de posesión sea el 14 de enero, por las maniobras que pretendían impedir su acceso al poder, fue juramentado el día 15 en la madrugada, sin que Giammattei se presentara a entregar el cargo. Se cumple así el primer año de gobierno y el Presidente ayer, en conferencia de prensa, afirmó que están luchando frontalmente contra la corrupción y que han presentado más de 200 denuncias al Ministerio Público.

También dijo algo que todo mundo sabe. En Guatemala la corrupción no se limita a un ministerio o una parte del gobierno sino que está regada por todos lados; si hace 12 años Roxana Baldetti dijo cínicamente que la corrupción es un monstruo de mil cabezas, imaginemos cuántas tendrá ahora, luego de la herencia de ese gobierno, las realizaciones de picardía en el régimen de Jimmy Morales y, no digamos, las que ejecutó la pareja Giammattei-Martínez. Y es obvio que no se puede cambiar ese modelo en un año, pero no se podrá en décadas si seguimos al paso que vamos, puesto que hace falta siquiera un aire con remolino para dar ese impostergable paso al cambio integral.

De hecho, si la sucia negociación en el Congreso, basada en el ya tradicional reparto de pisto a los diputados a través de los Consejos de Desarrollo, se hubiera centrado en legislar para limpiar el Ministerio Público y el sistema de justicia, la Contraloría General de Cuentas, La Ley de Compras, cómo mínimo, otro gallo estaría cantando en estos días. Desafortunadamente el mayor aporte en la historia del país para esos Consejos de Desarrollo, que son simplemente el vehículo para que los políticos “desarrollen” sus capacidades mafiosas, no sirvió para dar un paso en la dirección correcta y el oficialismo se resignó a mantener el modelo.

Creemos que Arévalo, como lo dijo ayer, tiene buenas intenciones pero sin acción directa y frontal, sin tapujos ni vacilaciones, no podremos ejecutar el mandato popular que fue la razón esencial de su elección como Presidente de la República. Debe recordar el mandatario la situación que encontró su padre en el país, luego de décadas de dictaduras y de gobiernos centrados en satisfacer los caprichos del tirano, y si relee “Despacho Presidencial” se dará cuenta que él también encontró todo un sistema viciado.

Pero no se anduvo con chiquitas ni contemplaciones, mucho menos resignaciones ante las patadas de ahogado que daba el sistema diseñado a favor de la autocracia. Al cumplir el primer año de gobierno debe reflexionarse sobre la realidad porque si es enorme el peso de la corrupción, también es enorme la claridad del mandato recibido y si no se ejecutan las acciones estaremos desperdiciando ese valioso y sonoro despertar de un pueblo harto del latrocinio.

Redacción La Hora

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