Al arrancar el año 2025 y tras tantas meditaciones que hemos hecho los guatemaltecos sobre el futuro de la Patria, creemos que ha llegado el momento de hablar menos y hacer más para lograr las necesarias transformaciones que permitan mayor desarrollo al acabar con el despilfarro del dinero público. Quedó demostrado que el gobierno del presidente Bernardo Arévalo no podrá concretar los cambios necesarios, pero sí puede y debe ser el gran articulador de un movimiento social sin precedentes en el que los diversos sectores de la sociedad civil se comprometan a ser actores del cambio.
El mismo Presidente Arévalo tiene que recodar cómo fue que su padre, Juan José Arévalo Bermejo, pasó a la historia como el gobernante que mayores y más positivas transformaciones realizó durante su agitada gestión en la que tuvo que enfrentar numerosos intentos de golpe de Estado. Pero ejerció su liderazgo para aglutinar a los guatemaltecos tras los sueños que despertaron el 20 de Octubre de 1944, cuando terminó la dictadura iniciada 14 años antes por Jorge Ubico.
En ese tiempo también parecía imposible que se pudiera aspirar a construir un verdadero Estado de Derecho en el que no fuera el capricho del tirano lo que marcara el rumbo de las instituciones, de la justicia y del país. Hoy no existe un tirano como Ubico, pero existe y persiste la tiranía de los personajes que se encargaron de podrir las instituciones para que se concentraran, única y exclusivamente, en generar negocios lucrativos para funcionarios y contratistas que se reparten el gigantesco pastel y gozan de impunidad.
Es más cómodo lavarnos las manos y decir que Arévalo no ha hecho nada sin reflexionar sobre lo que cada uno de nosotros podemos hacer. Ciertamente hace falta un liderazgo que logre reunir a todos los que queremos un cambio para que juntos podamos lograrlo y esa es la principal obligación que tiene el actual gobierno, articulando esa fuerza viva que puede ser nuestro deseo de cambiar y de remover las lacras que siguen impidiendo que el país se desarrolle mediante la apuesta por el bien común en vez de concentrarse en los negocios que han marcado la dinámica social a lo largo de ya demasiados años.
El año 2025 debe pasar a la historia como el parteaguas de un país que decidió pasar de la frustración y el desengaño a una enorme vitalidad para cambiar la hoja de ruta y enfrentar con firmeza y determinación a las mafias. Eso no lo puede hacer solo el gobierno sino se necesita el concurso de todos, pero obviamente el liderazgo y la conducción tienen que venir del Presidente al que los ciudadanos en las urnas encomendamos esa tremenda tarea.