En el fin de semana el Presidente electo de Estados Unidos tuvo su primer gran encuentro con los ciudadanos en un evento realizado con multitud de simpatizantes en Arizona y de las muchas cosas que dijo durante su discurso llama la atención su afirmación de que Estados Unidos recuperará el Canal de Panamá para evitar las tarifas que tienen que pagar los buques que lo cruzan. Durante el gobierno de Jimmy Carter se realizaron negociaciones para entregar el Canal a los panameños, cosa que se concretó el último día del siglo pasado, es decir el 31 de enero de 1999.
Donald Trump no explicó cómo haría que el Canal fuera entregado a Estados Unidos y en el derecho internacional no existen mecanismos para revertir el efecto de esos acuerdos, específicamente en casos relacionados con la soberanía de los diferentes estados. La reacción panameña no se hizo esperar y el presidente José Rafael Mulino muy afín en varios temas con el nuevo mandatario norteamericano, rechazó de manera contundente la afirmación del futuro Presidente de Estados Unidos. Según Trump, Panamá está explotando a la industria naviera con los cobros que realiza por usar el Canal.
El Canal de Panamá fue construido por Estados Unidos cuando la industria naval era totalmente distinta a la actual, pues el tamaño y calado de los buques ha cambiado substancialmente, lo que obligó a la realización de mejoras y ampliaciones que faciliten las operaciones. Y el gobierno panameño afirma que por esas inversiones es que se cobran las tarifas actuales. En todo caso, no usar el canal significa un altísimo costo, como se pudo comprobar cuando la sequía forzó a una drástica reducción de las operaciones navieras.
Pero el punto más significativo de ese mensaje de Donald Trump es la nueva situación imperante en todo lo que tiene que ver con el orden mundial, pues es evidente que su visión no se enmarca en los valores y principios imperantes sino que su saber y entender es suficiente para crear situaciones sin precedentes. Trump se muestra duro con Panamá y lanza expresiones quedando por verse si es típica jugada del futuro mandatario que presiona para luego negociar o si está pensando en ir más allá de la legalidad con sus planes e intenciones. Si va más allá será un proceso que lo pone en situación compleja porque entonces la pregunta es qué hará con un Vladimir Putin, al que muchas veces ha elogiado.
Los pulsos entre las potencias siempre han existido y forman parte del ejercicio del poder para asegurar las mayores ventajas posibles a cada una de las partes, pero cuando se rompe por completo con el orden geopolítico, las consecuencias se vuelven totalmente impredecibles y en esa situación parece entrar el mundo ahora.