La vida está llena de paradojas y ahora lo vemos en nuestro país cuando se muestra la enorme felicidad de los grupos que han corrompido al Estado luego del triunfo del otra vez Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. Muchos de ellos fueron sancionados con el retiro de visas, la inclusión en la lista Engel o las sanciones de la Ley Magnitsky por ser considerados actores corruptos y ahora esperan que tal castigo sea retirado por el gobierno que asumirá en enero.
Y es paradoja porque hay que entender que los flujos migratorios en el mundo son fundamentalmente por razones políticas pero, sobre todo, por necesidad económica y aquellos que no encuentran oportunidades en sus países las buscan en otros lugares donde pueden agenciarse de los fondos para sustentar a sus familias. La migración es uno de los puntos torales de la elección de Trump y seguramente que sus asesores entienden que por fuerte que sea el muro que levanten, si persiste esa necesidad en estos países la gente continuará haciendo lo imposible por emigrar.
En Guatemala los niveles de pobreza han empeorado como consecuencia de que el Estado perdió su principal objetivo, que es trabajar por el bien común, puesto que llevamos años en los que a las autoridades lo único que les preocupa es robar a manos llenas, lo que se traduce en desinterés por invertir en el desarrollo integral del ser humano puesto que eso no genera el montón de maletas que pueden rellenar diariamente con el dinero mal habido. Y por ello pensamos en las paradojas, puesto que los operarios de la corrupción aquí, que pretenden seguir robando pero también amañando la justicia para evitar cualquier castigo, son ahora los más fanáticos trumpistas, confiando en que el futuro presidente no llegue a entender nunca la estrechísima relación que hay entre corrupción y migración.
En todo caso, se estima que hay más de tres millones de guatemaltecos en condición irregular viviendo en Estados Unidos y que muchos de ellos serán apresados y deportados, lo que significa, entre otras cosas, que dejarán de venir las remesas que hasta hoy sostienen la economía nacional de consumo. Y con varios miles de ellos de vuelta, que no van a encontrar un país mejor que el que dejaron, la situación se pone color de hormiga.
Trump es un hombre transaccional y es vital que dimensionen que el gol que les metieron en el pasado para debilitar las instituciones en lugar de fortalecerlas, provocando a su vez más migración. Ese enfoque del pasado debe cambiar por esa estrecha relación que hay entre corrupción y migración, proponiendo no solo expulsar a los ilegales, sino también combatir las causas de ese inmenso e incontenible flujo migratorio que, aun con una muralla, seguirá encontrando las sendas para entrar ilegalmente a un país que les permite mantener a sus familias.
Se abre una oportunidad para Guatemala en la que un nuevo Gobierno en Estados Unidos ayude a fortalecer el Estado de Derecho, el cual, lastimosamente, encuentra vasos comunicantes con el crimen organizado, incluyendo esas redes de trata que hacen miles de millones llevando gente al norte.