Una de las cuentas que manejan desde Gerona publicó en redes sociales que se puede perseguir a periodistas “porque nadie es superior a la ley” paradoja evidente cuando se observa la parsimonia del mismo Ministerio Público para indagar casos como el recién denunciado sobre Melvin Ernesto Quijivix Vega, el alfil de la parejita sentimental conformada por Alejandro Giammattei y su amorcito, Miguel Martínez. Según el MP, basta una denuncia cualquiera para iniciar un proceso por delito de violencia contra la mujer, pero una bien fundada sobre el mal manejo de los recursos públicos la entierran, como han hecho con todas las que tienen que ver con la inmensa cantidad de negocios millonarios realizados por ese parito.
Por supuesto que nadie, absolutamente nadie, debe ser superior a la ley. Pero es inaudito y en verdad criminal que ese argumento lo vengan a esgrimir quienes han enterrado cualquier caso, desde la alfombra mágica, las vacunas hasta el de Quijivix y la pléyade de trinquetes hechos desde la co-presidencia a lo largo de cuatro años. Denuncias fundamentadas más allá del simple rumor o de que se le ordene a un fiscal que denuncie algo falso con el único fin de montar un caso, quedan engavetadas en Gerona.
Las paradojas de nuestro Estado de Derecho son evidentes y no es primera vez que ocurren. Se llega a extremos ridículos como el manoseo de una ley aprobada con buenas intenciones para realmente proteger a la mujer de abusos machistas, aplicándolo reiteradamente en temas relacionados con el ejercicio de la libre expresión y para acallar periodistas.
Es mucho más grave, para esos voceros de Gerona, que un periodista evidencie el contubernio entre jueces y fiscales que el robo de millones, inclusive en casos como el de la pandemia del Coronavirus que causó miles de muertes mientras servía de pretexto para que se fraguara un asqueroso negocio con la compra de vacunas que nunca fueron siquiera reconocidas como tales por la comunidad internacional. Pero el fondo de la cuestión está en que todo gira, al fin de cuentas, alrededor del interés perverso de asegurar impunidad para los ladrones, aunque hayan causado muerte con el robo de fondos públicos.
Si un periodista no se mete a indagar sobre los manejos en el sistema de justicia, no llama la atención de los fiscales, pero Dios guarda a aquel que tenga la osadía de demostrarlos.
Centrémonos en el caso Quijivix. Hay elementos fehacientes y contundentes de cómo Giammattei lo ayudó no solo mediante la creación de plazas fantasma, sino al permitirle hacer negocios realmente escandalosos desde el INDE. Pero ese caso no hace que ningún fiscal mueva un dedo, mucho menos que manden agentes del DEIC a presionar al sindicado de ladrón.
O sea que lo de que “nadie es superior a la ley” se lo pasan ellos mismos cínicamente por el arco del triunfo.