Medicamentos adquiridos en El Salvador.
La Hora viajó hasta El Salvador para evidenciar la realidad de los costos de medicamentos. Arte La Hora/ Alejandro Ramírez

El alto costo de los medicamentos en Guatemala en comparación con los precios que tienen en otros países viene siendo un tema importante por el impacto que ello tiene en millones de personas que necesitan determinados tratamientos que aquí cuestan hasta el triple de lo que valen en otros países. Hoy publicamos un reportaje en el que se hace la comparación entre Guatemala y El Salvador, países vecinos y con muchas similitudes, y la conclusión es en verdad preocupante.

Suponiendo que los precios fueran dictados por la relación entre oferta y demanda, como se dice en los estudios de las leyes del mercado, la diferencia entre Guatemala y El Salvador debiera ser mínima, si es que hay alguna, porque ambos países tienen prácticamente la misma oferta con los mismos fabricantes, mientras que las características de la población son tan similares que la demanda tiene que ser también parecida.

Entendiendo eso tenemos que preguntar por qué ocurre esa enorme diferencia si las leyes de mercado indican que los precios no debieran ser tan marcadamente distintos. Pueden formularse varias teorías, pero conociendo nuestra realidad, tenemos que decir que aquí la demanda la determina el sector público en materia de compras de medicinas y a ese sector lo que le interesa son las comisiones que puedan producir. Por ello estimulan un alto precio de los productos porque a mayor precio es también más grande la mordida que, tristemente, es el factor dominante en el país y que altera por completo las llamadas leyes del mercado.

No hay otra explicación que el uso malicioso que se hace del poder. Desde el siglo pasado la compra de medicinas se volvió un negocio burdo y descarado, creando una alianza maligna entre productores y/o distribuidores de medicinas y las autoridades que les compran, léase funcionarios del Ministerio de Salud Pública o del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social.

No existe en el país algún mecanismo que permita enfrentar el manoseo de precios y quien vende pone los mismos no atendiendo las leyes de oferta y demanda, sino las leyes de la corrupción, tan distintas a las del mercado. Teóricamente, el comprador puede escoger el mejor producto al mejor precio o no comprar, pero cuando se trata de medicinas no hay tales de que alguien pueda dejar de adquirir un producto artificialmente encarecido, pues se trata de tema de vida o muerte.

Nadie habla del problema desde las esferas oficiales o desde los mismos laboratorios o vendedores de medicinas. Se han acomodado y la población sufre las consecuencias, tendiendo que pagar hasta el triple de lo que el mismo medicamento vale en El Salvador y en otros países, situación que no ocurriría sin ese amaño malicioso que nos mantiene atados.

Redacción La Hora

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