La creatividad de los mafiosos no tiene límite y se comprueba con la forma en que se asegura el manoseo de la justicia gracias al acuerdo 21-2015 de la Corte Suprema, en el que se establece «la competencia de las Salas Primera, Segunda, Tercera y Cuarta de la Corte de Apelaciones del Ramo Penal, ubicadas en el departamento de Guatemala», asignando así los juzgados cuyos casos, por fuerza, deben ser conocidos por la sala determinada. En otras palabras, para un Ministerio Público mañoso sería muy fácil ver qué juzgados están asignados a salas en las que tienen “influencia” para manejar los casos que les interesan en esos tribunales.
El sistema aleatorio para designar jueces de primera instancia dejó de funcionar hace años y, como ejemplo, es que el MP y las autoridades de turno eligen siempre a jueces como Fredy Orellana, Víctor Cruz, Jimi Bremer, Abelina Cruz y otros.
Un sistema aleatorio para distribuir los casos que serán conocidos en segunda instancia impediría ese tipo de compadre hablado que se ha vuelto ya una tradición en nuestro país, y de esa cuenta, la designación de quiénes integrarán cada una de las salas es pieza clave de futuros arreglos que se hagan. No es casualidad que haya juzgados de primera instancia en los que se siente cómoda alguna de las partes procesales y su tranquilidad se vuelve absoluta si resulta que ese juzgado está obligado, por fuerza, a que cualquier resolución que dicte y sea apelada será elevada a una sala donde también hay «amigos».
Creemos que la actual Corte Suprema de Justicia, atendiendo a la norma que le asigna la facultad de «emitir disposiciones pertinentes para hacer efectivo y eficaz el funcionamiento de cada uno de los órganos jurisdiccionales y distribuir la competencia por razón de la materia, cuantía y territorio», como afirman en el acuerdo ya referido, debiera cambiar el modelo para que exista realmente una efectiva y eficaz administración de la justicia, evitando amaños que resultan destructores del Estado de Derecho.
Puede ser que la intención original no haya sido la de asegurar esos manejos, pero sabiendo la habilidad que tienen las mafias para aprovechar todo vericueto, es indispensable que ahora se haga un nuevo esquema para hacer aleatoria la asignación de los casos a efecto de que si una de las partes tiene puertas abiertas en un juzgado, no pueda tener certeza de que también las encontrará de par en par en la sala a la que “le corresponde” actuar en segunda instancia.
Pareciera un tema sencillo de carácter administrativo; pero se ha prestado para jugadas que han sido la destrucción de nuestro sistema de justicia por ese contubernio que se va armando. Sabiendo cuáles de las salas están en la jugada, es muy fácil para la misma Corte Suprema designar jueces ad hoc en primera instancia, comunicando a los «interesados» quiénes están firmes y fuertes para realizar determinadas acciones. Ese perverso tiene que terminar.