La democracia es un sistema político en el que la soberanía radica en el pueblo que se manifiesta mediante el ejercicio del sufragio que se convierte en un mandato que dan los ciudadanos a las autoridades que resultan electas. Es una definición simple y concreta de lo que es la esencia misma de la democracia, situación que debe abordarse a la luz de las expresiones que se vienen dando en la política norteamericana en donde uno de los contendientes, Donald Trump, ha adelantado que si pierde las elecciones no aceptará el resultado.
Tal y como ya ocurrió el 6 de enero del año 2021, cuando inspiró a una multitud de sus simpatizantes a que atacaran la sede del Congreso donde Senadores y Congresistas, bajo la dirección de su propio Vicepresidente, iban a ratificar ese día el resultado que le había sido adverso, ahora las palabras del candidato republicano alertan a sus seguidores para repetir la historia. Estados Unidos es el país que se ha considerado como baluarte de la democracia desde su independencia y ha sido ese modelo político el que han tratado de implementar en muchas regiones del mundo donde su influencia directa resulta muy poderosa.
Sin embargo, el hecho de que se establezca ya como patrón de conducta que quien no gana una elección rechaza el resultado y advierte que no será reconocido, constituye un gravísimo riesgo para la democracia en Estados Unidos pero también en muchos lugares del mundo donde abundan aquellos que no reconocen la voluntad popular.
En Guatemala vivimos el año pasado una muestra clara y evidente de ese repudio a la voluntad de los ciudadanos expresada en las urnas y ha sido persistente, hasta el día de hoy, el esfuerzo por darle cara vuelta a la democracia que se manifestó claramente dando un mandato contra la corrupción, mismo que tristemente no se ha podido cumplir por la tenacidad y fortaleza de los grupos que alegaron un inexistente fraude.
Según las encuestas en Estados Unidos existe una clase de empate técnico entre los dos candidatos a la Presidencia y si el perdedor termina alegando fraude, sin duda que se compromete seriamente el futuro democrático que ya se ha visto afectado por decisiones como la de la Corte Suprema que otorgó la más amplia y absoluta inmunidad al mismo Trump, afirmando que no hay delito en las decisiones que tome un gobernante.
El panorama no es alentador para la democracia alrededor del mundo porque ya sabemos que hay muchos a los que desagradan las decisiones ciudadanas y tratan de revertirlas a como dé lugar. Veremos qué pasa en noviembre de este año porque es mucho más que el futuro de Estados Unidos lo que está en juego.