Foto La Hora / Daniel Ramírez - Diseño La Hora / Alejandro Ramírez

El polémico y muy criticado proceso de postulación de los abogados que conformarán la lista que será conocida por el Congreso de la República está llegando a su final cuando ambas Comisiones se centran en la calificación de las credenciales presentadas por todos los profesionales que aspiran al cargo de magistrado, tanto para las Salas de Apelaciones como la Corte Suprema de Justicia. La presión nacional e internacional surtió efecto en términos de terminar con los obstáculos maliciosos que se pusieron al principio mediante debates como el que se dio para decidir la sede en que trabajarían los comisionados.

Sin embargo, ello no significa que quienes representan al sistema actual, mañoso y podrido, vayan a actuar con apego a principios entre los que destaca la necesidad de sopesar la calidad de reconocida honorabilidad que señala nuestra carta magna como requisito indispensable para el ejercicio de la función pública. Y es que la conformación de las Cortes es la pieza clave de nuestro futuro porque de ello dependerá el rescate del sistema de justicia, para acabar con la impunidad o que continúe, como hasta ahora, al servicio de la corrupción para proteger a quienes se dedican a robar los fondos públicos.

La última palabra la tendrá el Congreso de la República, donde pueden pasar muchas cosas; no olvidemos cómo en la última elección de Cortes la pieza clave de la “articulación de acuerdos” fue el mismo Jefe de Jefes, es decir Miguel Martínez, quien sin ningún empacho se hizo presente para indicar a la bancada Vamos (y con ello a sus aliados) cuál tenía que ser la lista de electos para ocupar las magistraturas. Ilusos seríamos los guatemaltecos si pensamos que esos vicios son cosa del pasado, puesto que abundan las evidencias de cómo se mantiene la estructura y quiénes la siguen operando.

En cuanto al Congreso hay que decir que también en ese recinto la presión de la opinión pública y la vigilancia internacional del proceso puede tener alguna importancia para impedir que se vuelva a la aplanadora que manejaba el Jefe de Jefes, pero nadie puede asegurar ni estar tranquilo respecto a lo que disponga la mayoría de diputados.

Los listados de las postuladoras se conformarán con muchos de los que están comprometidos a mantener el sistema de violación de los principios elementales del derecho y si el Congreso tira para ese lado tendrá dónde elegir; pero la cantidad de abogados decentes que se postularon en esta ocasión, y la calidad de muchos de ellos, permitiría que si los diputados deciden hacer las cosas bien, tendrán cómo hacerlo.

En esta recta final la vigilancia y fiscalización cobra aún mucha mayor importancia.

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