Foto EFE / Demetrius Freeman - Diseño La Hora / Alejandro Ramírez

Mucho se puede comentar sobre el debate entre Donald Trump y Kamala Harris realizado anoche por la cadena de televisión ABC y visto por millones de personas alrededor del mundo y creemos que los comentarios en la prensa norteamericana permiten interpretar el efecto que ese enfrentamiento puede tener en las elecciones. Desde nuestro punto de vista es imperativo rechazar de manera tajante la afirmación que ha repetido tantas veces el expresidente y candidato republicano, al sostener que los migrantes son criminales que no solo despojan a los norteamericanos negros de sus trabajos, sino que se dedican a matar, robar y violan a mujeres.

Se estima que más de dos millones de guatemaltecos han emigrado hacia Estados Unidos en busca del llamado sueño americano y con su trabajo, sin robarle un centavo a nadie, envían mensualmente remesas para mantener a sus familias y, de paso, sostener enorme parte de la economía nacional con lo que se ha convertido en el mayor rubro en el ingreso de divisas. El migrante guatemalteco es considerado como un gran trabajador y apreciado por muchos empleadores que se maravillan de su dedicación, entrega y facilidad para aprender los oficios que se les encomiendan.

La definición que hace Trump de los migrantes es no solo radical y torpe sino tan ofensiva que debe ser repudiada por cualquier persona con sentido común. La elección presidencial en Estados Unidos es un tema de los norteamericanos y a ellos corresponde evaluar las ofertas y propuestas de cada uno de los aspirantes, pero no se puede pasar por alto que los únicos realmente originarios de ese territorio son indígenas, mientras el resto es resultado de la migración que a lo largo de la historia ha nutrido (no destruido) a los Estados Unidos de América.

Por supuesto que pueden darse casos aislados de personas que cometen delitos, pero ello no es un comportamiento exclusivo  de quienes cruzan la frontera como lo han hecho millones a lo largo de la historia en busca de oportunidades que no siempre encuentran en sus países de origen. De hecho, a pesar del aumento de la migración de hispanos, a los que Trump tiene entre ceja y ceja, los índices de violencia han bajado en ese país y ninguno de los casos más sonoros, las masacres en escuelas o comercios, ha sido perpetrado por algún inmigrante latino.

Los norteamericanos tienen el derecho a elegir a sus autoridades como ellos quieran y estimen conveniente, pero no podemos callar ante la insidia y maldad trumpista en contra de nuestros compatriotas que se parten el alma trabajando allá para sostener a sus familias con las remesas.

Redacción La Hora

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