Foto: La Hora/Diseño- Roberto Altán
Foto: La Hora/Diseño- Roberto Altán

La movilización en Guatemala se ha complicado para llegar a niveles en realidad alarmantes a nivel país; para este fin de semana se anuncia el cierre total de parte de la Carretera a El Salvador para realizar reparaciones, lo que se viene a sumar a la enorme cantidad de obstáculos que enfrenta cualquiera que necesite movilizarse en el país. Hace muchos años que se abandonó por completo el tema del mantenimiento de las vías públicas, especialmente de las carreteras, porque quienes llegaron a dirigir el Ministerio respectivo se dedicaron únicamente a generar multimillonarios negocios y no se implementó ningún plan para mejorar nuestra red vial.

Tanto a nivel nacional como en las municipalidades, el tema de la vialidad y el tráfico se ha ido deteriorando por varios factores, entre ellos la ausencia de sistemas de transporte masivos, lo que obliga a cada ciudadano a agenciarse de algún tipo de vehículo (carros o motos) elevando de manera considerable el tráfico a todas horas, con el agregado de la anarquía que permite a cada quien hacer lo que le da la gana, parando donde quiere y afectando la fluidez.

Hoy vemos los resultados de años de abandono en el tema del tráfico y la movilidad en el país, al punto de que las autoridades se tienen que concentrar en hacer reparaciones. Los megaproyectos, alejados de la corrupción, que pueden y deben impactar en disminuir el tráfico tienen que pasar a ser la prioridad número 1 para proveer verdaderas soluciones al serio problema que nos afecta. El tema de la planificación ha quedado en el olvido cuando se hacen los proyectos para robo descarado y por eso ahora, esos proyectos que llevan años en “planificación”, deben materializarse.

Todos los días los guatemaltecos tienen que sufrir el calvario de la movilización con enormes pérdidas de tiempo, pues desplazamientos que debieran realizarse en cuestión de minutos terminan tomando horas por esos atascos que parecen irresolubles. Calvario que afecta en el estado de ánimo de las personas y en su calidad de vida.

Las lluvias han sido duras, pero no pueden colapsarnos cada vez que cae agua en serio. Se afecta a mucha gente y se provocan enormes pérdidas, no únicamente de tiempo, sino también económicas por tanto combustible que se desperdicia atorados en ese constante tráfico y el tiempo que toma llevar algo de un lugar a otro, en especial desde los puertos.

Los daños que la corrupción ha causado al país están reflejados cabalmente en esa cotidiana pérdida de tiempo, de paciencia, de dinero y de paz mental que genera el permanente atasco de las vías públicas.

Hay proyectos en marcha y debemos asegurar que por el bien del país y sus ciudadanos se materialicen.

Redacción La Hora

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