Cuando se dieron los intentos en Guatemala para impedir que se cumpliera el mandato popular con la elección de Bernardo Arévalo, tanto la Unión Europea como Estados Unidos y la Organización de Estados Americanos jugaron un papel trascendental en defensa de la democracia, situación que sirvió para que los operarios de la corrupción que navegan con bandera de conservadores, dijeran que era una intromisión ideológica de la izquierda universal para imponer al gobernante electo. En las redes sociales se desahogaron todos los aliados del Ministerio Público lanzando cualquier clase de improperios contra esa “trinca infernal”, como la llamaron quienes respaldaban el plan de dar un manotazo a las elecciones.
Hoy América está nuevamente en la mira del mundo y muy especialmente de la Unión Europea, Estados Unidos y la Organización de Estados Americanos, luego del resultado de la elección en Venezuela en la que se dio oficialmente como ganador a Nicolás Maduro en medio de serios señalamientos de fraude electoral tras una masiva participación de los venezolanos en los comicios. Maduro representa a la izquierda venezolana y él, como lo hicieron los que propiciaban el golpe en Guatemala, dicen que es una intromisión extranjera inaceptable.
El punto es que el grupo que oficialmente representa Consuelo Porras, en nombre de Morales, Giammattei y Martínez, gritaron a los cuatro vientos que europeos, gringos y los de la OEA, respondían a sus intereses ideológicos predominantemente izquierdistas, pero llama la atención que son exactamente las mismas fuerzas que ahora “se entrometen” en Venezuela para repudiar el fraude que se le atribuye al izquierdista Maduro.
Lo que está en juego en Venezuela y estuvo en juego en Guatemala fue el respeto a la voluntad popular, al margen de las ideologías que puedan estarse confrontando en determinado momento. Si hubiera sido cierta la descalificación que hicieron los netcenteros que dirigen desde el Ministerio Público, a estas alturas no había la menor protesta por lo ocurrido en ese país sudamericano y, en todo caso, tanto Europa como Washington y la Comisión Permanente de la OEA estarían aplaudiendo el trinquete que se ha denunciado.
La democracia, como los derechos humanos, son temas de preocupación universal que deben ser protegidos allí donde ocurran actos que los pongan en peligro. Por supuesto que las cosas pueden cambiar y si de pronto llegara a gobernar Estados Unidos un dictador, por ejemplo, seguramente que no volverían a mover un dedo ante abusos contra la democracia. Pero de momento esa no es la situación y por ello ese frente granítico que se formó en el tema de Guatemala y que ahora vuelve a cobrar enorme relevancia luego de la denuncias de fraude en Venezuela.
Tremendo tapabocas para quienes polarizan a la sociedad con falsos argumentos sobre las ideologías.