De la forma más burda y descarada que pueda imaginarse, tres magistrados suplentes de la Corte de Constitucionalidad otorgaron ayer un Amparo a favor de Jorge Mondal para impedir su destitución como Presidente del Banco de los Trabajadores, posición a la que llegó gracias a las operaciones de su amigo, Miguel Martínez, aquel que se proclamó Jefe de Jefes. Y el fallo confirma que, aunque nos duela a todos los guatemaltecos, la gente de Martínez sigue operando bajo su bota y resuelve aún en casos burdos en los que está demostrado que faltaron a la ley para hacer nombramientos.
Mondal declaró bajo juramento que tenía 10 años de experiencia en bancos, situación absolutamente falsa tal y como fue demostrado en un reportaje de La Hora publicado en mayo de este año. La falsedad material en su declaración jurada es razón más que suficiente para su destitución, pero los magistrados Luis Alfonso Rosales, Walter Paulino Jiménez y Claudia Paniagua decidieron ampararlo para restituirlo en un puesto para el que no llena los requisitos legales. Rosales fue designado suplente por el Congreso que obedecía órdenes del Jefe, Jiménez por una Corte Suprema de Justicia, también alineada a los mismos intereses, y Paniagua por un Colegio de Abogados donde corrió abundante dinero del que amasó la pareja presidencial.
La justicia de Guatemala sigue siendo un chiste amargo y cruel como lo confirma este caso y, no digamos, el del ex fiscal Stuardo Campos, postergando la audiencia casi dos meses y alargando maliciosamente el proceso, extremos que han pasado con muchos sindicados a lo largo de los años y como país nos resistimos a reformar la justicia. En este caso el descaro no puede ser mayor porque resultó totalmente obvio y comprobado que Mondal no tuvo la experiencia de diez años en el sistema bancario, cosa que él juró tener, y sin embargo la CC lo ampara.
Guatemala tiene muchos problemas graves, pero posiblemente ninguno tan serio como la destrucción del Estado de Derecho para poner la ley al servicio de las mafias que se han enriquecido (y lo siguen haciendo) gracias a esa forma deleznable de pisotear el régimen de legalidad, dando al sinvergüenza todas las facilidades para evadir la justicia y a los otros el castigo de la cárcel a donde son enviados sin que se produzca el debido proceso.
Para el caso de Mondal fue necesario que “milagrosamente” se excusaran magistrados que no estaban a favor de otorgar el espurio Amparo para que en su lugar llegaran los que ya habían sido debidamente apalabrados para cumplirle los caprichos a quien, gracias a la protección y consuelo del MP, puede seguir operando como mandamás.
No queda más que soportar la frustración porque, evidentemente, los largos no dan un paso atrás.
¿Cómo sociedad vamos a seguir tolerando esta realidad o vamos a alcanzar acuerdos para lograr los cambios y reformas?