Avidez y alegría causó en las redes sociales la difusión de una noticia publicada en Soy 502 en la que consignaban que “Capturan a Miguelito en un sector del país”. Al entrar a la nota se veía, sin embargo, que era puro “alegrón de burro”, como decimos en buen chapín, porque el detenido era un tal Miguel Monterroso Cardona, miembro de una banda dedicada al robo de motocicletas. El arresto se produjo en Santa María Ixtahuacán, Santa Rosa, en un operativo normal de las fuerzas de seguridad.
Obviamente el objetivo de atraer numerosos lectores se logró porque, repetimos, el titular y el mensaje en redes sociales simplemente consignaba la captura de “Miguelito”; si bien hay miles de personas que recibieron el nombre de Miguel al ser inscritos en el registro civil y al ser bautizados, el específico uso de Miguelito fue hecho famoso por el señor Miguel Martínez, quien se convirtió y operó durante cuatro años como el verdadero poder tras el trono por su estrecha relación sentimental con Alejandro Giammattei. Tanto así que a quienes llamaban de esa manera han pedido que por favor ya no les llamen así.
Fue por ello que la “noticia” resultó tan llamativa puesto que al momento de la publicación ya habían transcurrido nada más y nada menos que 175 días desde que Giammattei entregó la Presidencia sin que el flamante Ministerio Público (MP), con Consuelo Porras y Ángel Pineda, mueva un dedo para investigar siquiera uno de los numerosos negocios que fueron realizados durante esa administración y que, por fuerza, tenían que llevar el visto bueno del Jefe de Jefes, apelativo con el que él mismo se calificó de forma totalmente descarada.
El miembro de la banda de robo de motocicletas no tiene Consuelo, nadie que le haga Porras desde el MP, ni un Ángel que sea su guardián. Demuestra que la gente no se ha olvidado de Miguelito y sus fechorías, solo es que saben que el ente investigador no moverá un dedo porque no siente la necesidad ni la presión de quienes los han apoyado en el pasado. Sigue el enorme interés que sigue despertando entre la ciudadanía esa figura tan notoria del último gobierno, aquella que provocó intensas reacciones no solo en los estadios en donde aparecía sino hasta en la ciudad colonial cuando alguien difundió que se encontraba en el interior de una reconocida iglesia católica.
Y es que, sin duda alguna, el mejor ejemplo de cómo funciona el régimen de impunidad imperante en el secuestrado y destartalado sistema de justicia en Guatemala es cabalmente la forma en que de manera frontal y descarada se le apaña para impedir que cualquier fiscalía pueda iniciar alguna investigación.
Por ello el alegrón tremendo de tanta gente al ver el mensaje en redes sociales que generó el desencanto que siempre se siente cuando ese alegrón es de burro.