Hoy el país amaneció cubierto de humo y con indicadores de muy mala calidad del aire, lo que pone en riesgo la salud de muchas personas, situación que se ha vuelto crónica y a la que nos hemos tenido que ir acostumbrando porque se perdió por completo la capacidad para prevenir que se había alcanzado en determinado momento. En efecto, la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres -Conred- hizo avances importantes durante muchos, años a partir del terremoto de 1976, y se mantuvo como una entidad seria, profesional y enfocada en la esencia de sus obligaciones.
Pero el deterioro del Estado guatemalteco, que viene en constante aumento, hizo que los largos le pusieran el ojo y en el gobierno de Jimmy Morales se desbarató todo lo que se construyó durante muchos años de profesional dedicación en un campo esencial para el país por su peculiar ubicación geográfica que le expone a toda clase de desastres. Y hoy en día nadie se preocupa, o se ocupa siquiera, por trabajar seriamente en la reducción de los efectos de diverso tipo de situaciones catastróficas porque Conred pasó a engrosar las filas de las instituciones capturadas por las mafias.
Y los guatemaltecos nos hemos ido conformando con la idea de que el cambio climático y el calentamiento global son condiciones cuyos efectos no se pueden reducir y que debemos resignarnos a soportar sus efectos y aprender a vivir con ellos, porque están allí para quedarse. Los incendios forestales, causantes del deterioro masivo de la calidad del aire, son ya parte de la vida cotidiana y pareciera que tenemos que esperar a que nuestro sistema respiratorio se adapte a las pésimas condiciones.
Es importante señalar el caso de Conred porque es ilustrativo de lo que ha pasado con todas las instituciones del país como resultado de que dejaron de cumplir sus fines esenciales para ser parte de la tendencia generalizada a generar negocios sucios para enriquecer a los funcionarios de todos los niveles. Conred no es un caso aislado de abandono y deterioro, aunque seguramente que si es uno de los más delicados porque los desastres están a la orden del día y sus efectos terminan siendo devastadores.
Se mantienen costumbres como la de las rozas para “preparar terrenos para la siembra” y nadie vigila ni supervisa esas acciones que derivan en la propagación de incendios a lo largo y ancho del territorio nacional. El efecto es que terminamos respirando un aire que no es sano para la vida y que afecta seriamente a millones de personas.
Así como URGE rescatar Conred, urge también rescatar el resto de instituciones capturadas por las mafias y que se benefician del régimen de impunidad que, hay que decirlo, es mucho más dañino que el cambio climático.