El rechazo del Congreso a la declaración de Estado de Calamidad realizada por el gobierno ante el incendio del vertedero de basura de AMSA y otros incendios, hizo pensar a mucha gente que se expresa en las redes sociales en una realidad a la que nos habíamos acostumbrado de tal forma que ya ni reparábamos en un tremendo y grave vicio.
Hay que reconocer que el Estado de Calamidad fue mal cabildeado y explicado su necesidad, lo que ha sido una constante del Ejecutivo y su bancada que no atinan a operar el Congreso sin la corrupción de antes. En efecto, se ha dicho que durante muchos años, muchísimos en realidad, en el Congreso cualquier iniciativa que interesaba al Ejecutivo era aprobada sin mayor discusión porque para eso habían atorado de sobres, conteniendo mucho dinero, en el famoso búnker del que se supo tras el cambio de gobierno.
Efectivamente, recordemos que desde los tiempos de Serrano Elías se hizo público el mecanismo de compra de votos que llegó a cansar y exasperar al entonces gobernante, quien disolvió el Congreso porque se hartó del chantaje de diputados a los que había que dar pisto cada vez que había una votación que interesaba al gobierno. La práctica se destapó, pero no se corrigió y lo cierto es que cada vez el voto de los diputados se volvió más caro y fueron muchos los que supieron elevar el monto del pago mostrando alguna resistencia que era eliminada con más billetes.
El incendio, que parece haber sido provocado tras varias destituciones que hubo en AMSA, vino a crear un serio problema de contaminación para los habitantes de muchos departamentos del país y recurriendo a lo que establece la Constitución, el gobierno declaró Estado de Calamidad que permite agilizar procesos para invertir en el control de la catástrofe. Pero los encendidos discursos en el Congreso se basaron en que era una limitación a los derechos y garantías constitucionales, pasando por alto que la misma Carta Magna es la que establece ese estado de excepción.
En el fondo lo que vemos ahora es que al no existir ese constante y jugoso flujo de billetes metidos en sobres que se almacenaban en el búnker que controlaban quienes llegaban a la Presidencia del Congreso, obviamente no se dan los votos ni siquiera en casos como una emergencia a nivel nacional que afecta, literalmente, a millones de personas.
Ayer el presidente Arévalo dijo que había que preguntar al Congreso por qué no habían apoyado una acción que pretendía facilitar mecanismos para el control del incendio, pero parte de la ciudadanía entendió rápido. Creemos que el gobierno tiene que mejorar su comunicación social porque una explicación de lo que se perseguía con el Estado de Calamidad hubiera sido importante.
Vivimos una nueva era en la que esperamos que los diputados no recibirán sobres de parte del gobierno sino que dependerán de lo que puedan negociar por su cuenta con contratistas y otros involucrados en los negocios del sector público y los ciudadanos debemos repudiar esa añeja costumbre de compra de votos que tanto daño le hizo al país.