La falta de eficientes sistemas de transporte público ha generado un aumento explosivo de vehículos particulares, especialmente motos, que permiten el cotidiano desplazamiento de millones de personas que abarrotan las vías públicas; lamentablemente ello ha ido de la mano de un completo abandono en la regulación efectiva del tránsito y la anarquía prevalece en todas las jurisdicciones porque no existen políticas para forzar el cumplimiento de las normas vigentes.
En estos días de Semana Santa mucha gente se desplaza a lugares vacacionales o a sus sitios de origen y ello genera extraordinaria saturación de carreteras, lo que se traduce en un aumento de los accidentes viales con saldos lamentables; hoy informamos que tan solo en el Domingo de Ramos más de 30 personas resultaron heridas en percances de tránsito en el país, mientras que entre las noticias al empezar este día se consigna que dos motoristas murieron por un accidente mañanero en el Anillo Periférico.
Es un hecho que a falta de control de las autoridades la seguridad vial está en manos de los mismos conductores que en estos días tienen que redoblar sus precauciones en cualquier desplazamiento, no únicamente por el incremento del tráfico en todo el país, sino también porque mucha gente se siente obligada a llegar más rápido a su destino y no son pocos los que conducen bajo efectos del alcohol.
Imposible a estas alturas pretender que los conductores, especialmente de motocicletas, se desplacen respetando los carriles y sin zigzaguear entre los carros, lo que complica mucho más la seguridad en calles y carreteras porque es impresionante el nivel de relajo que se vuelve en todos lados por esas actitudes irresponsables que debieran ser seriamente sancionadas, pero que aquí se pueden realizar sin temor a ninguna consecuencia.
La seguridad vial sigue siendo una tarea pendiente en el país y la existencia de autoridades municipales que actúan cada una según su propio criterio, sin asomos de coordinación ni normas parejas para todas las jurisdicciones, no ayuda a la estructuración de una política nacional que persiga forzar a todos los conductores a respetar, en serio, las normas de las leyes de tránsito y sus reglamentos. Mientras ese objetivo no se logre, lamentablemente la seguridad vial está en las manos de todos los conductores que tienen que redoblar sus precauciones y cuidados para arribar sin novedad a sus destinos.
Ojalá que en cualquier circunstancia y sin excepciones, antepongamos todos la seguridad a cualquier otra consideración en el momento en que nos toca conducir cualquier tipo de vehículo automotor.