Tras varios meses de estar bajo sanción del Comité Olímpico Internacional, que significaba la prohibición a los atletas guatemaltecos de participar bajo la bandera de nuestro país, en los últimos días ese castigo fue levantado gracias tanto a la intervención del Presidente Arévalo como a acciones que marginaron a quienes se impusieron en el Comité Olímpico Guatemalteco. Hay alegría entre los deportistas que asistirán a los Juegos Olímpicos este año y en la población en general que podrá ver ondear nuestra bandera, Dios mediante, con el triunfo de algunos de los nuestros.
Sin embargo, el problema de fondo en materia de la dirigencia deportiva sigue latente porque si bien quedó marginada una mafia que fue impuesta gracias a la mano siempre activa del famoso Martínez, ello no significa que se haya terminado con ese manejo que se viene haciendo del deporte nacional desde hace muchos años. Y es que como hay dinero que el Estado por mandato constitucional tiene que situar para el funcionamiento de las distintas ramas del deporte, eso se convierte en gran atractivo para motivar a quienes se han especializado en apropiarse de los fondos públicos.
El asunto viene de muchos años atrás y, por supuesto, no empezó cuando se produjo la captura de todas las instituciones del Estado por las mafias bien organizadas que han sabido generar una estructura muy poderosa. En el caso del deporte hace muchos años que los vicios son el motor y aliento de muchos de los que optan por convertirse en “dirigentes” del deporte nacional. Ahora lo que se evitó es que la más poderosa de las mafias se adueñara también de ese campo, pero para nada ello puede tomarse como la solución al problema.
Es necesario emprender una política de revisión para enderezar el camino del deporte nacional de manera seria y profunda; ya sabemos que en el país está pintada la tal Contraloría de Cuentas que debiera auditar hasta el último centavo de los fondos públicos, pero que se hace de la vista gorda quedando como una triste fachada que finalmente es la encubridora de muchos de los robos. Durante varios años el gran incentivo para aferrarse a puestos dirigenciales era la oportunidad de viajes lujosos con todos los gastos pagados para ellos y sus familias, pero desde hace muchos años eso es apenas la guinda del enorme y muy sabroso pastel que constituyen los fondos y asignaciones al deporte nacional.
Arévalo se mostró interesado en el tema del deporte y en la dignidad de nuestros atletas; lógico será, con ese criterio, adelantar una reforma seria y profunda que termine con tanta mañosería y trinquete que, en el fondo, perjudica a nuestros deportistas.