Juan Orlando Hernández, expresidente de Honduras. Foto: AFP
Juan Orlando Hernández, expresidente de Honduras. Foto: AFP

Sin duda algunos sienten pasos de animal grande al saber que el jurado del proceso que en Estados Unidos se siguió contra el expresidente hondureño, Juan Orlando Hernández, quien lo declaró culpable de los tres delitos que se le imputaron, relacionados con el narcotráfico; ahora podrá ser condenado a cadena perpetua, pena que ya recibió su hermano por los mismos delitos. Hernández fue capturado luego de dejar la presidencia de su país y perder la inmunidad, llevado a Norteamérica donde abundaron los testimonios de diferentes traficantes que lo sindicaron de recibir dinero a cambio de protegerlos y facilitar el trasiego de drogas.

Es un hecho que el narco no puede florecer como lo hace en estos países sin disponer de sólidos respaldos, nada baratos por cierto, de autoridades que se hacen de la vista gorda para permitir el libre tránsito de la droga que va de Sudamérica hacia el norte. Regularmente dentro del pacto está el “descubrimiento”, ya pactado, de cargamentos para tapar el ojo al macho, como se dice corrientemente. Pero la DEA se mantiene investigando y prueba de ello, acá, fue la captura de Mario Estrada, fundador y amo del partido UCN, quien cayó con los pies hinchados cuando agentes de ese fuerza policial se hicieron pasar por narcos.

Y es que hablando de esas relaciones y protecciones, no se puede pasar por alto que el expresidente Jimmy Morales fue a visitarlo a su finca. ¿Qué hace un Presidente en la casa de una persona que andaba en tanes con el narcotráfico? Aquí en Guatemala eso nunca se investigó y el asunto quedó en nada como muchas de las cosas que pudieran afectar a Morales y Alejandro Giammattei. Jimmy Morales ya no tiene antejuicio y sería importante que se sepa la verdad de esas relaciones poder/narcotráfico.

Hernández ha dicho que los testigos en su contra fueron todos narcos, ya condenados, que verán reducidas sus penas por el testimonio dado ante los tribunales, cuestionando la validez de la sindicación. En el caso de Mario Estrada y compañía no hay tales de narcos que puedan estar negociando beneficios a cambio de sus testimonios, sino se trata de agentes de la Administración para el Control de Drogas, DEA, quienes hábilmente se infiltraron y no precisamente para disfrutar del tradicional plato jalapaneco de pollo en mantequilla, como se le dice allá al pollo en crema.

Hernández, como otros gobernantes centroamericanos, amasó suficiente dinero como para vivir tranquilo el resto de sus días, pero esa fortuna de nada le sirvió cuando fue procesado en una corte norteamericana frente a un jurado que lo encontró culpable. Esos sí que son, en realidad, pasos de animal grande.

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