La Fiscal General Consuelo Porras llegó a la reunión de Gabinete a la que fue invitada por el presidente Bernardo Arévalo tan solo para decir que no iba a participar en la misma, alegando que no podía estar en un Consejo de Ministros y que no daría respuesta a los planteamientos de la Presidencia, entre los cuales destacaba el interés nacional de saber si el Ministerio Público (MP) investigaba actos de posible corrupción como la compra de vacunas rusas, entre otros.
Muy poca gente en Guatemala tenía alguna duda de cómo el MP se convirtió en la férrea coraza para impedir cualquier investigación que se pueda plantear respecto a posibles actos de corrupción perpetrados por el expresidente y su pareja, empezando por la negociación que se hizo con un fondo de inversión ruso para el suministro de vacunas contra el COVID. Hoy hasta para esa poca gente que podía alimentar dudas queda totalmente claro que la Fiscal General no está dispuesta a realizar el trabajo que por ley le corresponde.
El artículo 4 de la Ley Orgánica del Ministerio Público regula lo relacionado con la Coordinación y dice: “El presidente de la República podrá invitar al Fiscal General para que participe en cualquier Junta del Gabinete o de los Ministros de Estado. En este supuesto el Fiscal General estará obligado a concurrir a la junta, con voz pero sin voto”. Obviamente hay una obligación de participar y no simplemente de asistir y si bien la misma ley establece la autonomía funcional, se establece el mecanismo para la absolutamente necesaria coordinación.
La coordinación es fundamental, sobre todo porque el mandato que recibió Arévalo fue directo en contra de la corrupción y la misma no se puede combatir eficientemente si no hay un Ministerio Público dispuesto a cumplir con su deber en esa materia. Un nuevo gobierno debe, por fuerza, coordinar con el Ministerio Público, no digamos cuando el mandato popular fue tan categórico en un asunto en el que la eficiente labor de las fiscalías es fundamental.
El gobierno está analizando los pasos a seguir, pero obviamente tiene serias dificultades porque esa coraza para proteger a Giammattei y Martínez no está únicamente en el MP sino en buena parte del sistema, en especial el de justicia, lo cual se agrava porque sin una investigación objetiva y profesional muy poco se podrá avanzar.
No fue sorpresa la actitud de Consuelo Porras como tampoco lo fue el gesto educado de Arévalo al ir a saludarla, pero sin duda se vendrán días complicados porque es imposible hacer valer la voluntad popular en contra de la corrupción si el principal escudo que tienen los operarios de la corrupción está precisamente en ella, la principal obligada a realizar los esfuerzos necesarios para investigar la porquería.