El comportamiento de la mayoría de diputados de la actual legislatura, a partir de la orden de la Corte de Constitucionalidad (CC) para elegir una nueva Junta Directiva, ha sido en realidad impresionante tomando en cuenta lo que en el Congreso se viene haciendo desde hace ya muchos años, durante los cuales todo marchaba al ritmo del dinero que se pagaba por voto. Este momento especial de nuestra historia es algo que se debe preservar con mucha madurez para poner esos acuerdos al servicio de la ciudadanía que permaneció por décadas lapidariamente olvidada por los diputados.
Es fácil que el poder embriague y se pierda la dimensión, pero este momento tan importante en la vida de todos los guatemaltecos tiene que ser manejado con mucha madurez para evitar un inmediato retorno a los vicios del pasado, tan dañinos para un país que sobrevive gracias al aporte de aquellos que la indiferencia colectiva ha convertido en migrantes y el esfuerzo de miles que juegan bajo las reglas y generan oportunidades.
Es mucho lo que hay que componer y remediar tras tantos años de obsesión por el saqueo de los recursos públicos y muchas de las medidas importantes pasan por el Congreso de la República. Empezando por el necesario rescate de nuestro Estado de Derecho y la administración de la justicia, porque ya sabemos que tanto el MP como las Cortes fueron parte de esa implementación de una peculiar forma de dictadura basada en la facilidad para hacer grandes negocios y la certeza de impunidad para los que juegan en la corrupción.
El hecho de que se hubiera logrado una mayoría absoluta tan significativa es trascendental si realmente se piensa dar un viraje histórico al ejercicio del poder en Guatemala, algo que resulta en verdad urgente dado el descalabro causado por esa captura de todas las instituciones nacionales. Desde los tres poderes del Estado hasta instituciones como la Universidad de San Carlos, todo fue sistemáticamente puesto en el marco de esa peculiar forma de despotismo que es urgente desmantelar.
Y para ello hacen falta grandes acuerdos nacionales que estén basados en esa aspiración que tiene que ser la carta de referencia para implementar los cambios que son realmente urgentes. La desfachatez de quienes hicieron la captura del Estado hace también más fácil saber dónde está el meollo de los problemas y su solución debe emprenderse rápidamente.
El mandato de los ciudadanos en las urnas fue clarísimo y el voto se marcó precisamente para acabar con la corrupción y sus terribles consecuencias.