El uso de la fuerza siempre debe ser proporcional y ningún manifestante comprometió o puso en peligro la vida de algún empleado o funcionario del MP y la PNC.
El uso de la fuerza siempre debe ser proporcional y ningún manifestante comprometió o puso en peligro la vida de algún empleado o funcionario del MP y la PNC. Foto: Alejandro Ramírez/La Hora

La arbitraria captura del general Napoleón Barrientos, en el último día hábil del gobierno de Alejandro Giammattei, lejos de haber constituido una mancha en su vida y su carrera, se ha convertido en el mayor galardón que pueda haber recibido, sobre todo cuando el tribunal que conoció la burda acusación de la Fiscalía, lo declaró libre por falta de mérito. Y es que esa detención fue porque el entonces Ministro de Gobernación no usó la violencia para desalojar a los manifestantes que se ubicaron frente al Ministerio Público en el legítimo derecho de petición para que la Fiscal General renunciara.

El uso de la fuerza siempre debe ser proporcional y ningún manifestante comprometió o puso en peligro la vida de algún empleado o funcionario del MP y la Policía Nacional Civil estuvo siempre presente y el mismo Procurador de los Derechos Humanos, aliado del sistema recién derrumbado, pudo comprobar ese comportamiento de los pueblos ancestrales que se plantaron más de 100 días en Gerona. Pero la Fiscal General pretendía que fueran reprimidos violentamente y por ello accionó ante la Corte de Constitucionalidad (CC) que ordenó la preservación del orden público.

El colmo de la sindicación contra el general Barrientos fue la utilización del caso de un cura que eludió un bloqueo en Cayalá pasando por encima de los obstáculos colocados en el asfalto, entre las pruebas aportadas en su contra. Por supuesto que decidieron procesar al exministro pero ni siquiera investigaron, no digamos detuvieron a los otros funcionarios a los que abarcó la orden de la CC.

Un buen soldado no es quien más gente mata sino el que más vidas salva; en una dictadura se acostumbra matar a los que son o parecen amenaza para los dictadores, pero en una democracia el soldado mantiene el orden para salvar vidas. Y en el caso de Barrientos es evidente que las medidas de prevención adoptadas por la PNC, presente en los lugares donde hubo manifestaciones, garantizó esencialmente la vida humana, valor esencial que nadie debe pasar por alto. Repetimos que el uso de la fuerza siempre debe ser proporcional, pero evidentemente la gente del Ministerio Público lo que pretendían era que el entonces Ministro ordenara a la fuerza pública la violenta represión de guatemaltecos que ejercían su legítimo derecho de petición en Gerona.

La captura de Napoleón Barrientos fue absurda y se ha revertido porque lejos de estigmatizar a quien se llamó a sí mismo “Soldado de la Democracia”, lo terminó exaltando. Y que bueno comprobar, además, que hay jueces que no bailan al son que tocan el desconsuelo y su angelito, lo que permite empezar a confiar en que será posible la depuración de nuestro cooptado sistema de justicia.

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