Editorial
El repudio ciudadano a la corrupción se consolidó en la segunda vuelta electoral cuando la inmensa mayoría de electores rechazó todo lo vinculado con lo que se conoció como el pacto en favor del sistema. Foto: José Orozo / La Hora.

Llegando al fin del año y en el repaso que se hace de los acontecimientos ocurridos en estos doce meses, no cabe duda que lo más destacado para los guatemaltecos fue esa reacción ciudadana contra la corrupción que llegó en forma silenciosa el día 25 de junio, día de la primera vuelta electoral en el país. Tras muchos años de constante saqueo del erario público para beneficio de los corruptos, los guatemaltecos por fin dispusieron reaccionar y lo hicieron votando por un candidato que no figuraba con respaldo en las encuestas pero que se perfiló como un político ajeno a ese juego de corrupción con el dinero del Estado y contra la forma en la que funciona el sistema.

De hecho la corrupción siempre ha existido en la política, pero a partir de 1985, con la llamada apertura democrática, cada gobierno ha ido escalando en cuanto a los métodos y las formas para embolsarse el dinero que debería ser invertido en el desarrollo humano de todos los guatemaltecos. En el año 2015 pareció que habíamos llegado al colmo cuando se destaparon los casos que llevaron tanto al Presidente Otto Pérez Molina como a la Vicepresidenta Roxana Baldetti a prisión, junto a un gran número de funcionarios que fueron sus operadores en enorme cantidad de jugosos negocios.

Ese mismo año los guatemaltecos acudieron a las urnas y optaron por elegir a quien se presentaba como “ni corrupto ni ladrón”, alguien ajeno al mundo político y que apenas si era conocido por un programa cómico de la poco prestigiosa televisión nacional. El remedio, como tantas veces pasa, fue peor que la enfermedad porque Jimmy Morales no sólo incrementó la corrupción sino que sentó las bases para lo que luego vinieron a rematar Alejandro Giammattei y Miguel Martínez. Ambos buscaron un Consuelo necesario que les ha dado paz gracias a un Ángel.

Pareció, entonces, que el país había tocado fondo pero quedamos todavía muy lejos de ese fondo y el régimen de Alejandro Giammattei será siempre recordado como el que logró el absoluto control de todas las instituciones, incluyendo hasta la Universidad de San Carlos, para ponerlo todo al servicio de la corrupción, pero además garantizando impunidad y amasando, junto a su pareja, una fortuna sin precedentes.

El repudio ciudadano a la corrupción se consolidó en la segunda vuelta electoral cuando la inmensa mayoría de electores rechazó todo lo vinculado con lo que se conoció como el pacto en favor del sistema y la corrupción que había usado el presupuesto para comprar alcaldes y líderes locales. Ese rechazo generó una sorpresa sin precedentes que obligó a tratar, a toda costa, de romper el orden constitucional que se basa en el respeto a la voluntad popular.

El año 2023 será siempre recordado por ese despertar ciudadano en la más clara expresión contra los actores de corrupción que han saqueado los recursos públicos.

Redacción La Hora

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