Muchas veces se repite la frase que hoy utilizamos para titular esta nota editorial, pero son en realidad muy pocas las ocasiones en que el futuro de un país y de sus habitantes depende de lo que todos y cada uno hagan para construir algo distinto, para edificar un sistema que se esfuerce por poner fin a la corrupción y nos permita, a todos, trabajar por el bien común. Desde junio de este año, tras el resultado inesperado de la primera vuelta, no ha cesado el empeño por impedir que se concrete la voluntad popular y tras la segunda vuelta, en agosto, ha arreciado los ataques a la democracia.
La semana pasada el Ministerio Público le puso la tapa al pomo con su espuria sindicación que pretende anular todas las elecciones con argumentos totalmente vacíos. Tanto que demuestran no solo su incapacidad para realizar serias investigaciones, las cuales debieron hacerse en casos como el de la alfombra y las vacunas, sino el carácter obviamente malicioso de una pesquisa montada para arrebatarle a la ciudadanía su derecho a elegir libremente a sus autoridades y, sobre todo, ponerle coto al saqueo que la corrupción hace de los recursos públicos.
Y eso es apenas un botón de muestra porque todos sus “argumentos” en el tema electoral, si así se pudiera llamar a la patraña montada bajo la conducción de Curruchiche, Pineda y Porras, han sido puestos en ridículo por abogados y por expertos en materia informática. Y es que, tras haber roto la cadena de custodia de los documentos relacionados con las elecciones, ellos pudieron haber hecho micos y pericos y lo que ahora dicen que hay nadie puede asegurar que no haya sido implantado por una maliciosa fiscalía.
Además, es clave saber quiénes han declarado porque ha habido personas que han denunciando presiones y situaciones como estas deben ser públicas para que la ciudadania pueda saber a cabalidad.
Los expertos locales han validado que en Guatemala no hubo fraude y se suma a ello la comunidad internacional, que, sin el menor titubeo, ha ratificado que la observación electoral confirma que no hubo ningún fraude y, por lo mismo, se preparan para aplicar sanciones a los actores antidemocráticos. Debemos asegurar que las sanciones no sean al país porque eso puede ser terrible para todos los guatemaltecos.
Nuestro futuro no puede depender de lo que hagan otros, sino está en manos de todos y cada uno de los guatemaltecos honestos, que somos mayoría, impedir que se consume el golpe contra la democracia y se debe articular rápidamente un gran pacto nacional que incluya a indígenas y ladinos, empresarios y trabajadores, estudiantes y maestros, padres e hijos, hombres y mujeres, para que no quede asomo de duda de qué quiere Guatemala.
En forma pacífica, pero con toda firmeza, debemos unirnos y actuar con el propósito de preservar la voluntad popular y evitar así que, por culpa de los amantes de la corrupción, se pierda la democracia y se impongan sanciones que dañarán a todo el país.