Uno de los dichos más antiguos es aquel que nos dice que “tanto va el cántaro al agua que al fin se rompe”, referencia a lo que ocurría cuando nadie tenía agua entubada y todos tenían que proveerse en las fuentes naturales a donde llegaban con su recipiente para surtir del vital líquido. Y es que de tanto ir y venir, tarde o temprano la vasija se terminaba haciendo pedazos. Por ello se usa ese refrán para advertir que cuando alguien repite y repite acciones peligrosas que afectan a otros, siempre llega el momento en que se produce ese colapso.
El cántaro que ahora va y va al agua en Guatemala es el esfuerzo por destruir la democracia y las diferentes acciones que se vienen realizando para revertir el orden constitucional y la voluntad popular. El ejercicio de la libre expresión está siendo criminalizado para iniciar procesos penales, como se vio en el caso de la Usac, y tras ir contra los magistrados del Tribunal Supremo Electoral ahora la quieren agarrar contra quienes cívicamente contribuyeron siendo miembros de las Juntas Receptoras de Votos, además de que los voceros oficiosos del Ministerio Público advierten que irán contra líderes católicos que han expresado críticas.
Hay todo un aparato estatal debidamente orquestado para permitir que el cántaro siga yendo y viniendo para revertir el resultado electoral y en el mismo están actuando disciplinadamente los tres poderes del Estado recibiendo elogios de sus mismos netcenteros que aplauden cada golpe que se le mete a la democracia. El ir y venir del cántaro salta a la vista y no hace falta ser muy observador para entender cómo está operando y qué es lo que pretenden.
Pero la cuestión de fondo es hasta cuándo aguantará sin romperse porque, de acuerdo a la sabiduría popular que acuñó el refrán, quienes juegan con fuego insistiendo en ese peligroso y persistente acoso tarde o temprano se terminan quemando y rompen el cántaro. A eso, exactamente, se refiere el viejo dicho que tantas veces a lo largo de nuestras vidas hemos utilizado para advertir que hay acciones que terminan cansando tanto que generan respuestas inesperadas.
Aunque los magistrados de la CC no lo entiendan, hay una seria preocupación por el efecto del control total del Estado y su clara y evidente intención de revertir el resultado de la elección y es obvia la complicidad de todos los actores que mueven piezas, o dejan de moverlas, para acabar con la democracia.
La gente se está cansando de tanto abuso, de tanta arrogancia y el cántaro puede no aguantar.